Uno se levanta, pone la radio y al poco la apaga. Uno se levanta y lee la
prensa, y abandona la lectura. Uno sale a la calle y escucha, y deja de
escuchar. Uno ya no sabe que decir y a nadie le importa lo que digas, pues todo
quisque está muy seguro de los dogmas de su fe. Uno piensa y en silencio ve que
hay que regresar a casa antes de la tormenta. Ya hemos llegado a reconocer
enemigos –cuando menos antagonistas- en nuestra ciudad, en nuestro pueblo, en
nuestro vecindario. Hay quienes hablan de que mejor fosas en las cunetas que
cárceles, hay quién desea ser libre sin estar oprimido, hay quien habla de que
empiece el baile y que Dios sepa elegir a los suyos. Hay quien es culpable y de
rositas se ha ido, hay quien salvará la piel como siempre ha sido, hay quien
caerá en la calle y mientras, los que siempre claman por la guerra, ocuparán el
lugar que siempre han elegido, la retaguardia.
Lo he oído muchas veces: hay que ganar y machacar. También escucho que
se ha acabat el broquil (sinónimo de
hasta aquí hemos llegado). La cosa es que nos haremos daño, nos empezaremos
insultando, cobraremos la ofensa con maniobras que a otros afecten, y llegados
a la rabia ciega, nos haremos daño.
Más vale que lo aceptemos, estamos a un paso de tirarnos a la yugular de
los otros. Me dicen también algunos tontos útiles como yo mismo, que se llegará
a un acuerdo, a un punto de equilibrio y yo -pueden llamarme idiota- creo que
el daño ya está hecho: el próximo año se escribirá con C de crisis y poco o
nada podré haber hecho para evitarlo. Políticos afirmando que nada sucede con
la economía, otros hablando de que el catalán es una lengua que somete al
castellano y que aquí se ha perseguido todo lo español. Que si mano dura, que
si libertad o muerte, que si me cago en tu puta madre, que si te arranco los dientes...
¡Amenaza tormenta!, grita la vigía realidad desde su alta cofa. ¡Soltad
trapo y avante!, gritan quienes pilotan la nave. Siempre se obedecen órdenes,
pero toca -como en el motín del Maine-
deponer al Capitán. Por favor, todos los que llevamos nombre y hemos nacido de
madre debemos pensar antes de hacer. Mientras nos armamos en ideas que de
seguir impenitentes habrán de menester fusiles, Pujol anda de fiesta y también
en Suiza la gozan los Borbones. ¿Qué creemos?, ¿que la realidad se armará sola
en nuestro total y brillante beneficio?. Las personas que eso piensen es que
están muy locas o sucede que vivir en el caos les divierte. En Cataluña es
necesario y lo es en España sin duda, toca hablar de ciudadanos y menos de
patrias. ¡Sí! Y lo digo ahora, que nunca es tarde para hacer pensar a los
hombres. Bienestar social, trabajo y esperanza necesitan los comunes. Cuando
semejantes cosas se sustituyen por honras, agravios y pasados, es que la
sociedad está rota y ha caído al vacío
de un barranco.
Ya sé, ya sé, soy un infecto equidistante, no es menester que me lo
recuerden a cada instante, pero miren ustedes, la verdad nos hará libres y hoy
-vaya casualidad- la verdad me asiste. ¿Que a pesar de ver las cosas no pica el
gusanillo de una guerrita que nos ponga a todos en su sitio?, ¡venga!, que
quizás sea nuestro sino: la Guerra del Francés, tres Guerras Carlistas, la Revolución
Gloriosa y la Guerra Cantonal, la Guerra del Rif y por fin el Glorioso
Alzamiento Nacional que nos regaló nuestra hermosa Guerra Civil, así lo
demuestran. ¡Cuidado!, no olvido las Guerras de Independencia americanas y los
desastres de Cuba y Filipinas. En estas últimas también pagó el pato una
población inculta y pobre que sirvió de parapeto a los que entonces gobernaban
España. El destino de una tierra extraña,
la tierra en la que he nacido, vive de no poner en demasiado valor la sangre de
sus hijos. ¿Qué si esa tierra es Cataluña o España?. ¿Lo ven? , después de
tanto leer nada han entendido.
Allá por el 1991, en un instituto de Zagreb, se reclutó por mandato del
nuevo gobierno a los alumnos de último curso para defender Croacia. Se apeló al
orgullo patrio y a la siempre socorrida idea de defender la libertad. ¿Saben?,
lo mismo –o similares cosas- hicieron serbios,
bosnios, eslovenos, macedonios y montenegrinos. De aquel grupo de entusiastas bachilleres
croatas no se salvó ninguno. Estoy seguro de que se preguntan sobre la memez de
traerles a la memoria la Guerra de los Balcanes, pero pueden creerme, es
oportuno y urgente. Allí vecinos de siempre se cortaron –literalmente- la
cabeza. ¿Que exagero?, no, lo siento. A todas luces parecían vivir en harmonía.
Bueno, no apunto más a las conciencias que al final, cuando no gustan los
mensajes, siempre muere el mensajero. Eso sí, señores que ostentan cargos que
imagino resultan o habrían de resultar útiles: salgan de la jodida trinchera
antes de que el odio nos joda otras dos generaciones.
POLITICA ES MORAL
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