Las antípodas me
llaman y me inspiran, es un hecho. Toca tocarles los bemoles y no puedo decir
que lo siento.
He leído a Juan
Carlos Escudier en su última colaboración en el Diario Público y he de decirles
que no pretendo hablar concretamente sobre su escrito, pero sí de todos los que
opinan –imagino que con buena intención- como él lo hace.
Los medios
observados como progresistas se han lanzado a destrozar a la popular Andrea
Levy por afirmar, a raíz del atentado integrista de Berlín, que nos encontramos
en un choque de civilizaciones. Miren, sin tapujos, la cosa es la que es y en
este caso –no lo duden- también. No se trata de etnocentrismo o del valor de
unas muertes u otras en función de la confesión religiosa de los habitantes de
uno u otro país.
Aquí toca decir que
llevamos demasiado tiempo mirando sin querer ver y que si seguimos siendo
tratados con la química del buenismo, llegará el momento de reconocer que
nuestro progreso basado en la democracia, ha perdido y que no tiene futuro. Los
muertos y heridos de Berlín e insisto, todos los caídos en cualquier lugar del
planeta, nos demuestran que si existe un conflicto entre dos modelos: el
demócrata occidental y el que representan los países musulmanes en los que la
religión establece las pautas sociales y defiende dogmas que contemplan la
violencia como parte necesaria de su posicionamiento.
Si han llegado hasta
aquí, probablemente ya me hayan juzgado y sentenciado, pero suele suceder que
alguien debe decir las cosas asumiendo el precio de ser cuestionado. Estamos en guerra,
esta es la cosa, y sabiendo que hace ya mucho tiempo que Occidente sembró las
tempestades, no corresponde ahora aceptar el fatalismo de pagar los pecados de
nuestros mayores. Dicotomía al canto, no corresponde afirmar si somos los
buenos o los malos en base histórica, hemos de plantearnos si mientras se
carcomen nuestros cimientos, hemos de sonreír encantados.
Miren, una posición
progresista de la sociedad significa procurar el progreso de la ciudadanía
hacía posiciones de libertad y calidad de vida. Bien, huelga el decir o
explicar cuál es el modelo social de algunas confesiones musulmanas (no nos
permitamos afirmar que todas). En las diferentes épocas en las que llegó a
Europa la emigración de países islámicos, figuradamente nos dimos la mano y
dijimos ser iguales ante la ley, pero tan solo se quedó en una declaración de intenciones.
Intencionadamente o no (acepto nuestra parte del pecado por omisión), la cosa
es que terceras generaciones de musulmanes siguen propugnando la segregación de
la mujer y el rechazo a valores universales como el de la libertad del hombre
al margen de la religión, ¿me negarán la mayor?. La violencia de nuestro
presente es la antesala de un posible sometimiento que como hombre de
izquierdas no me permitiré aceptar. No comulgaré con ruedas de molino y
denunciaré nuestra propia falsedad y la de una religión que se contradice con
su tantas veces ensalzada naturaleza pacífica. Lo siento, es duro el afirmarlo,
pero son más, tienen menos que perder y si permitimos que tomen posiciones
sobre nuestros miedos, estaremos perdidos y lo estaremos para siempre.
Estamos en el viaje
a ninguna parte y como la Grand Armee
napoleónica, en franca retirada. No son los cosacos los que atacan flanco y
retaguardias sociales, son terroristas islámicos que ven en todo lo que huele a
cristiano al mismísimo Satanás. ¿Qué no
todos los musulmanes son iguales?, ¡evidentemente!. ¿Me lo van a decir a mí que
tengo como un tesoro a varios de los más fieles seguidores de Alá y Mahoma su
profeta?, les ruego que ciñan el timón y dejándose de prejuicios mantengan la
calma.
En otras ocasiones
he recurrido a Nietzsche para resaltar que la verdadera magnitud de un hombre
la marca la cantidad de verdades que es capaz de interiorizar y miren, les insisto, de esta guerra no declarada a la
clásica, deberemos reconocer su existencia si deseamos ponerle fin.
Politicuchos y
palmeros de pluma fina o gruesa la erran también en este caso, pues todo lo
cacareado hasta ahora es perderse en predicar olvidándose de sembrar el trigo. También
les repetiré que nuestro modo de entender la sociedad no es fruto de un
ejercicio intelectual, eso que se llama Occidente, en su imperfección, es el
espacio de libertad más amplio del que se ha dotado el ser humano. Se pagó con
sangre durante centurias y si a mí me pregunta, toca machacar sin reparos a una
nueva amenaza que culebrea entre nuestras calles y casas.
Estimados compañeros
de ideología, decir no es una respuesta válida cuando se niega la tiranía y se
protegen derechos. Sigamos con las templanzas de la corrección para no perder
electos y vendrá el fascismo salvador y nos preguntaremos que nos pasó para no darnos
cuenta.
¿Saben lo que de veras
me molesta de lo dicho por la Levy?, me jode que sentenciase en verdades una
señora de derechas y no un “progresista” de los de mi cuerda.
Compañeros soy
culpable, llevadme al Gulag, ¡viva Andrea Levy!.
POLITICA ES MORAL
No hay comentarios:
Publicar un comentario