La estupidez insiste siempre. Albert Camus
Ya son unos cuantos años los que
llevo dando vueltas por estos andurriales
y por muchas cosas que vea, me atormenta darme cuenta de como se nos
muere el seso y con él los recuerdos. Pero hay algo que parece no agotarse
nunca, hay algo que persevera en dejarse pringar como los pelos de las narices por
los mocos. Me refiero a la estupidez ufana y gorda que reconocemos en todas las
calles de un país que amo y que se llama España.
Hace pocos días, en Santoña
(Cantabria), unos alegres ciudadanos se dieron en celebrar el Carnaval vestidos
de falangistas y para dar ambiente a la fiesta, el Cara al Sol se despacharon
en cantar. Adultos y niños compartieron la chirigota, unos gilipolleando sin
reparo y los pequeños enjugascados sin saber muy bien de que iban los disfraces
y las banderas que paseaban.
Miren, podrá decirse que hace
demasiado de aquello que se llamó dictadura, pero es precisamente por ello que
lo mejor que puede hacerse, es cerrar de una jodida vez el periodo más oscuro
de nuestra reciente historia. Trivializar el fascismo español, hacer jaroteo de
la guerra y reducir a una anécdota la represión que nos castró durante casi
cuarenta años, es cuando menos irrespetuoso y cuando más un delito inapelable y
merecedor de repartir cuatro o cuatrocientas hostias, tantas como participantes
se dieron cita en el desfile santoñés.
Conozco a ciudadanos italianos y
alemanes, no recuerdo ninguna anécdota en la que hayan hecho honra de su pasado
totalitario y sangriento. De hecho, echar la vista atrás es un ejercicio de
obligado cumplimiento en escuelas y universidades. Se trata de perseverar en
aquella vieja máxima de que el pasado es pasado, pero que el conocerlo y
entenderlo nos ha de permitir no repetirlo. Hay ciudadanos transalpinos y
tedescos que se añoran de Hitler y Mussolini, pero son por lo general lo peor
de casa, outsaiders hijos de los
rincones más oscuros e infectos de la sociedad. Aquí no sucede lo mismo, el postureo
facistoide parece reverdecer laureles y lejos de indignar, se normaliza sin reparo
disfrazado de moda vintage.
Cada vez estoy más desubicado,
veo como se detiene a unos titiriteros por mentar a la jodida y ponzoñosa ETA,
pero se ríen las gracias a unos descerebrados por jalear a un tirano que se
desayunaba con chocolate y churros mientras firmaba sentencias de muerte sin
reparo alguno. Es un problema de nuestra Democracia, no existe la extrema
derecha en España, se incorporó sin problemas a la gran familia democristiana y
pareciendo diluirse, como puede demostrarse, cada está más sana y viva. Lo
dicho, facta non verba…
En definitiva, la memoria es la
que va perdiendo la partida. Intoxicada por una sociedad que ha dinamitado la conciencia
de clase, el sentimiento gregario y el reconocimiento del nosotros como la
primera persona del singular, se hunde poco a poco. Ahora todo es tener cosas,
pensar en clave política es aburrido y a todas luces inútil, pues el mismo
sistema se ha encargado de dejar fuera a aquellos en los que supuestamente se
apoya. ¿Recuerdan las protestas de los
aficionados del Valencia F.C. manifestándose frente a su estadio por los malos
resultados del equipo?. Sí, yo también las recuerdo y hacía mucho que no sentía
tanta vergüenza. Las élites extractivas nos roban el presente para dejarnos sin
futuro y lejos de cortarles las alas, nos ponemos como motos por ver a un puñetero
equipo de fútbol perder partidos en los que no se dilucida ningún interés
nuestro.
Volviendo a Santoña, la sociedad
más reaccionaria se sonríe por lo bajini, todo se está poniendo en su puesto,
muerta la conciencia, llegó el momento de reírse al descubierto.
POLITICA ES MORAL
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