La lengua no es la envoltura del
pensamiento sino el pensamiento mismo. Miguel
de Unamuno
Que uno es hombre de suertes, no
es la primera vez que un servidor de ustedes lo declara, más no dejo de
sorprenderme de acumular riqueza incluso cuando no tengo ganas. Ahí están los
amigos que me despiertan del sesteo indolente y me imponen el bregar, cuando
consideran que el lance es necesario y temen el que me haga de rogar.
Pues en el no hacer nada estaba y
se llamó a somatén, pues en algún lugar se atacaba, sin piedad y con voluntad
de exterminio, a la lengua castellana. Se
me requería en plenitud y así respondí y respondo, pues si hay algo vero, es
que el valor del lenguaje se nos pierde sin remedo y más que hablar, parece que
como canes ladramos.
Un hermano de lucha en esto de
las letras se atrevió en territorio ignoto y a todas luces lleno de peligros,
para poner luz a las dudas que algunos al hablar y escuchar tenemos. ¿Y saben
ustedes?, al infeliz heraldo le tiraron piedras y también algún petardo, pues
según parece lo que prima en estos días es olvidarse de las buenas formas y
enterrando palabras, regresar a los gruñidos que supuestamente un día
abandonamos para ser personas.
Siendo poca la gente que formamos
el cuadro de piqueros, nos repartimos los trabajos cual caballeros de un remedo
de la mesa redonda del mítico Arturo.
Nos propusimos llegar a todos los rincones del Reino y salvar aquellos vocablos
que dicen de nosotros, explican detalles de linaje y nos dan y dieron forma.
Ciertamente, valerosos como somos, salvamos bellas guirnaldas de letras que
corrían el riesgo de ser mancilladas por una contumaz tosquedad de unos
asilvestrados villanos que lejos de procurarse méritos que les honren como ciudadanos, prefieren entender que sus ojos
son las manos…
En nada podrán, los que ahora
leen, negar mayor ni pequeña. A todas luces, la generación con mayor acceso a
la educación y a la cultura, parece preferir navegar en lo que de forma llana
se conoce como mierda. Si queridos sí, mierda que pinta paisajes apestosos e
infectos en los que el hablar con corrección es cuestión a perseguir y sorprendiendo a un bien hablado, sobre el mismo
se debe escupir con desprecio.
Tiempo ha que indignado escribí sobre
el programa Mujeres, hombres y viceversa.
Me preguntaba entonces como un país como
el nuestro, con tan vasta cultura en su ADN, podía disfrutar de programas que
por justicia deberían suspenderse por vía ejecutiva. Decía yo tener vergüenza
ajena y propia también, pero ¿saben ustedes?, según parece, soy un jodido
carpetovetónico anclado en una inútil
añoranza del pasado. En cualquier caso, persevero, cual tonto ilusionado, en
que son los otros los que están equivocados.
Me acojo a sagrado y confieso,
cuando veo tetonas oxigenadas y mancebos recauchutados violar el más básico
concepto de humanidad, escuchando como hablan, llego a la conclusión de que por
encima de nosotros está cualquier animal.
Voto a bríos me he dado en llamar
a este blocao de palabras y sin duda que pretendo con ello hacer alegoría de
que defender la lengua pretendemos y pretendo. Según la Real Academia de la
Lengua Española, voto a bríos es una locución interjectiva coloquial
equivalente a ¡voto a Dios! y expresa cierto enojo y ánimo, valor y arrojo en la
tarea emprendida.
Pues eso, hablemos y de hablar
hagamos ganancia y tesoro.
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