Y así llegamos a la realidad
cruda, así sabemos del desgobierno y la mentira, así nuestra vergüenza nos
aplasta y nos abre las puertas del averno…
¿Cuánto tiempo seguiremos
callando para defender nuestro utilitario y nuestro canal de televisión de
pago?, ¿donde guardamos aquello que llamamos conciencia?, ¿qué más ha de
suceder para que nuestro silente rebaño acometa a los lobos que lo acechan?.
Somos gentuza ahíta de pienso envenenado que nos llena el buche y nos mata la voluntad
para robarnos la esperanza de un mejor futuro.
Hoy, 18 de junio, he rememorado
los discursos de Charles De Gaulle y Winston Churchill apelando a la
resistencia al imparable avance del nazismo en Europa. Tal día como hoy, dos
realidades asediadas alzaron la voz y gritaron basta. Tal día como hoy se
decidió luchar sin cuartel y en medio de la derrota apareció la palabra
victoria. Pues como ha sido reflexionado en tantísimas ocasiones, no hay contrincante
más peligroso que aquel que no tiene retaguardia a la que retirarse…
Aquí estamos, supuestamente
vencidos y capitulando ante un enemigo todopoderoso, esquivo y hábil, que nos
tiene enterrados en la trinchera y con la cabeza baja. Sin duda nos han hecho
retroceder y nuestras fuerzas han menguado y menguan, pero tal como dijo De
Gaulle, ¿se ha dicho la última palabra?, ¿la esperanza debe desaparecer?, ¿la
derrota es definitiva?. ¡No!.
Ya han de acabarse las medianías,
los brindis al sol, el buenismo de las palabras y el apelar a eso que se ha
dado en llamar ley. La legalidad obliga y compromete a todos, pero en este
momento de nuestra historia las leyes son corrales en los que se nos encierra,
para más tarde sacrificarnos como reses que alimentan a los cíclopes cuyo único ojo ve el propio interés.
No hago más que esperar una
respuesta mancomunada de la sociedad, no hago más que intentar promover que de
algún modo la ciudadanía se ponga en marcha hacía el futuro, pero la realidad,
la cruda realidad, es que mientras Polifemo “se coma a otro”, seguimos
soslayando el peligro. Aún así, debemos creer que nada está perdido, debemos
tomar conciencia de nuestro número, debemos superar nuestros miedos y atacar.
Voltear nuestro mazo y golpear de veras, pues si hoy nos dormimos, nuestros hijos
nunca despertarán…
No estamos solos sentados en
nuestro coche camino del trabajo, no estamos solos sentados frente a la
televisión, muy al contrario, somos muchos y aunque pretendan que lo olvidemos,
compartimos una misma realidad. Así, podemos estructurar un bloque plural capaz,
como un puño, de asestar golpes certeros que derriben la dictadura de los que
hoy se llaman demócratas.
Esta es una guerra abierta que
está cercana al genocidio de la ciudadanía. Esta es una guerra que no se
explica en la prensa, en la radio o en la televisión. Nuestro gran error es
haber delegado nuestra voluntad en unos políticos que han vendido sus almas a
cambio de prevendas y que como quintacolumnistas han abierto las puertas de
nuestra ciudadela a los enemigos de aquellos, que como cargos electos, decían
defender.
Mientras exigimos dimisiones por
tweets inadecuados y aceptamos que se traten las formas y no el fondo, el
dinero robado duerme tranquilo en paraísos fiscales. No quiero imaginar como
las élites extractivas se ríen de nosotros cuando nos sueltan huesos para que
los mordamos…
Aún hay capacidad de respuesta,
aún podemos decir y hacer la nuestra. Todo lo sufrido debe cabrearnos,
encendernos y una vez despiertos y conscientes, darnos la fuerza para luchar.
Me exijo a mi mismo no apagar mi
voluntad ni mi esperanza. Así que invito a todos a conformar una resistencia
real y cruda, carente de prejuicios y afilada como un bisturí, carente de
cualquier valor que no sea la verdad. Os invito a pasar por encima de las
siglas y a poner en valor a las personas, pues la integridad siempre está por
encima de las ideologías. Suceda lo que suceda, el futuro pasará por enterrar
en la cárcel a los que han manipulado las leyes para evitar que se les encierre
en ella…
No hay excusa, resistir debe
preceder al ataque. Ya no queda tiempo y seguimos durmiendo. Por cierto, me
importan un carajo los tweets, lo que quiero es que los dineros robados y que
eran de todos regresen a las arcas públicas. Si eso sucede, volveré a interesarme
por el lenguaje “políticamente correcto”.
POLITICA ES MORAL
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