Que Grecia era un régimen
fascista en 1940 no es ninguna nueva noticia. El país tenía más que ver con
Italia y Alemania que con lo que en el momento se denominaron las democracias
occidentales, pero llegado el ultimátum previo a la invasión italiana, el Reino
Unido apoyó la resistencia de los helenos hasta la intervención de los nazis y
la capitulación final de 1941.
No es difícil de entender, pues
el “asunto griego” se convertía en un problema global y Winston Churchill sabia
que en el Peloponeso y el Egeo se jugaba el futuro de Europa. Bien, aquí estamos
otra vez, sabedores de los pecados de Grecia pero conscientes de que “su guerra”
ya es la nuestra.
Miren, podrá hablarse hasta la
saciedad de la responsabilidad de los gobernantes de la cuna de la Democracia,
sin duda ha existido la corrupción y por tanto Atenas es culpable, pero
¿alguien ha explicado la parte de la historia que no sale en la prensa?, ¿qué hace
pensar que hablamos de un problema local?. Permítanme…
Alemania encabeza la política
económica europea y a ello se ha hecho acreedora por lo que se ha denominado “el
milagro alemán”. Tras la caída del muro de Berlín y la desaparición de los
bloques ideológicos, el país germano pareció ser el garante de la solidez del
Mercado Común Europeo, nadie lo puso en duda. Pero la crisis puso de manifiesto
que el modelo alemán no era tan modélico, la locomotora europea mantenía la
presión de sus fogones gracias a la depredación de los países meridionales de
la zona euro.
Centroeuropa creció “ocupando”
los entramados industriales y financieros de las economías sureñas a base de
vender sus productos y facilitando financiación a espuertas, así ganaba en el
ámbito comercial haciendo prisioneros gracias a una deuda que le aportaba
pingües beneficios.
Pero claro, el proceso se
revistió de “políticas estructurales” en “beneficio de todos” y a la chita
callando, los hábiles tedescos interpretaron el déficit público en clave
externa. Alemania siguió inyectando dinero para mantener su PIB aún sabiendo
que el nivel de deuda acabaría siendo insostenible y el pago de la misma
imposible. No haré afirmaciones rotundas, pero creo que la estrategia ha sido
dejar K.O a las economías nacionales y en base a ello conseguir la pérdida de soberanía
que facilitase el manejo sin trabas del continente y de su realidad socio-económica.
La línea Metaxás (conjunto de
fortificaciones fronterizas con Bulgaria durante la Segunda Guerra Mundial ) derrotó
a Mussolini y se lo puso difícil a Hitler. El “no” de Grecia a la Troika es una
nueva fortificación y una señal preclara de que el futuro de Europa empieza a
construirse con la voluntad de un pueblo plagado de imperfecciones pero que no
debe pagar las traiciones de sus gobernantes.
Hace pocos días, cercana la
jornada del referéndum, hablé con mi amigo Constantino. Le asedié a preguntas y
en su habitual calma me recordó un aspecto de su pasado, me habló de su
servicio militar. El sirvió en los evzones, batallones de élite de la infantería
griega y que actualmente son la guardia
Presidencial que custodia el parlamento heleno y la tumba del soldado
desconocido en Atenas. Resumió bien el tema: “José, los evzones vestimos unos
trajes con falda que sorprenden a todos los que nos ven, pero lo que casi
ningún turista sabe, es que la falda tiene cuatrocientos pliegues, uno por cada
año que los turcos ocuparon mi país”.
Tras un corto silencio le pedí
una mayor concreción y que me situase el ejemplo. Echó una risotada y me dijo
que el tema era sencillo, que Grecia resistiría, que aguantará como en otros momentos de la
historia y que los ofendidos europeos han de entender que en Atenas empezará
una nueva Europa o se hundirá para siempre.
Realmente los griegos son y han
sido un pueblo con cojones, pero si la testosterona les guía mal son capaces de
aliarse con gentes muy raras. No pude evitar imaginar a Putin mirando hacia las
playas del Egeo...
Lo comenté antes, más vale que
entendamos que su guerra ya es la nuestra.
POLITICA ES MORAL
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