La caridad es la única virtud que
precisa de la injusticia. Jaume Perich
Hoy ando retomando el pulso de la
realidad política, pero la cuestión es que la política no parece tener nada que
ver con la realidad.
He recibido un mazazo en las
tripas al conectar la televisión y visualizar un anuncio de la ONG Educo. En el
mismo se muestra a unos niños a los que cuida su hermano mayor y que deben
beber leche aguada por estar en eso que llamamos eufemísticamente “pobreza”. La
ONG pide ayuda para facilitar 96.000 becas comedor para los niños de familias en
riesgo de exclusión y durante el periodo de vacaciones escolares. Por otra
parte, una entidad financiera, La Caixa de Pensions, en su cacareada “obra
social”, propone una campaña denominada “Ningún niño sin bigote” haciendo
alegoría de la marca que nos queda en el labio superior cuando bebemos leche.
La altruista entidad nos incita a realizar micro-donativos para suavizar las
carencias de niños y familias en situación económica extrema…
Miren ustedes, me cabrea, me
indigna, me asquea que en pleno siglo XXI retomemos el camino del “buenismo
social” y que las instituciones y sus órganos de gobierno hagan dejación de
funciones, delegando sus naturales obligaciones en iniciativas privadas.
Aquí de lo que se trata es de una
gestión eficaz y eficiente de los recursos públicos. Aquí, de lo que se trata
es de dotar de dignidad a las personas haciendo que las entidades que las
representan y gobiernan sean dignas. Aquí de lo que se trata es de decir basta,
que ya está bien, que de perseverar en la ignominia lo único que será digno
será la violencia. Pues por muy dormida que esté el alma del ciudadano, por
muchos pecados que en algunos casos el individuo cometa, la mayoría de las
personas que están al límite no ha provocado su situación extrema.
Yo, sin dudarlo, de llegar al agotamiento
haría cualquier cosa por los míos, cualquier cosa créanme. Pues el primer paso
de esta mi lógica enferma sería pensar en que mis representantes
democráticamente electos estarían a mi lado y tras mi necesidad perentoria. Y
eso no es esperar caridad, a eso se le llama exigir justicia. Por tanto, si los
próceres que deben solucionar no lo hicieran y me remitiesen a la caridad de
otros que son parte de los problemas de esta sociedad, mi reacción difícilmente
sería templada…
Aquí se han de acabar los
mensajes tranquilizadores, aquí se acaban la excusas, aquí de los tributos de
todos se saca lo que haga falta para que nadie, absolutamente nadie, deba
quedarse sin cubrir sus necesidades mínimas.
A la mierda con la caridad reza el
título de este post. Me va una higa si en el mismo ven una mente irreflexiva o si
por vergüenza prefieren mirar a otro lado. La mentira tiene las patas cortas y
no llegará muy lejos a la luz de la verdad amarga.
Aquí hay dinero suficiente,
dinero que es de todos y que ha de gastarse donde toca, sin más. Mientras, me
repito y grito hastiado, mientras, los peores de mis deseos para los que
conociendo los problemas, prefieren no hacer nada.
POLITICA ES MORAL
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