Dijo
María Zambrano que sólo en soledad se siente la sed de la verdad y así es, sin
lugar a dudas, el lugar en que hoy malvive nuestra verdad. Un frío y húmedo
calabozo en el que presa de las mentiras vestidas de certezas, no puede alzar
la voz de su desesperación.
Pero si hay algo
que no cesa, si algo que nunca se acaba, es la eterna promesa de una futura
fuga de los muros que la atrapan. Siempre habrá alguien fuera de los penales
pretendiendo liberar a una verdad no solo hermosa, también necesaria y costosa.
Así pues , ya se nos da el momento de sacar del lodo el agua clara...
Maria Zambrano nos
abre una puerta que ya dibujó su maestro Ortega y Gasset. La verdad, guste o no
guste a los que siempre la niegan una o mil veces, “es lo único que esencialmente necesita el hombre”.
Es en nombre de la
verdad, de la realidad que nos escupe a la cara en cada jornada, que puestos a
decir lo que pensamos, es mejor que lo hagamos sin dilación. No tenemos ya
tiempo para lisonjas y medias tintas, se nos acaba el crédito. Así, mejor dejar
que las palabras nos hablen de los hechos. Cualquiera será el Hermes que útil
resulte, pero hoy por así quererlo, elevo la voz y abrazado a la esperanza de
la que antes hablaba, yo acuso...
Yo acuso a todos
los que diciendo ser representantes de la voluntad popular, han hecho de ese
privilegio una oportunidad de abuso y expolio.
Condeno al
desprecio a una clase política que ha tenido la oportunidad de construir una
sociedad mejor y que por el contrario ha preferido robar el futuro a los demás
para asegurar el propio. Creerán ustedes que pretendo disparar con pólvora de
rey a los supuestos monstruos que nos manipulan desde logias secretas,
organizaciones extractivas o poderes
fácticos tradicionales. No se lleven a error, yo acuso a aquellos que estando
cerca de sus iguales y de la realidad tirana de su entorno, niegan la mayor y
miran a otro lado. Nada hay más felón que ver a alguien ahogarse y ahorrarse
extender la mano...
Tribunos de la
plebe vendidos a los patricios de quien reciben privilegios, están traicionando
a sus electores y haciendo que las carencias de estos les inmovilizen las
voluntades. Clase extractiva consciente de la indignidad de su posición, lejos
de tener verguenza, parecen mostrar satisfacción ante sufrimientos manifiestos
que parecen no tener solución.
Yo acuso por una
sencilla razón, acuso por poder hacerlo, acuso por tener razón...
En la ciudad en la
que vivo, la ciudad en la que quiero ser y estar, hay muchos que sin ser nada
se la llevan de vellón. Todos los que dicen hacer algo, mucho tiempo pasan
diciendo y poco laborando. Mientras se hace imprescindible actuar contra las
carencias sociales, la falta de empleo y los problemas reales, los plenos
sirven para escenificar cuentos. Historias de un mundo perfecto que nada
solucionan pero a los actores del libreto parece dejar contentos.
¿Cómo evitar
señalar con el dedo a unos cargos electos que pecan por sistema?, ¿como evitar
la crítica?. Lo siento, no me resulta posible. Yo acuso, insisto, pues mientras
gobierno y oposición simulan tener disputas que les justifiquen sus puestos,
muchos ciudadanos (permítanme ustedes) las pasan muy putas...
El sistema funciona
a la perfección, yo hago y tu miras, tu haces y yo disimulo. Repartamos entre
todos y así todos contentos. Brindis al sol resultan norma, llenarse la boca de
buenas intenciones que siempre son a futuro parece oficio aprendido y de lo que
hay que solucionar en el momento, mejor no hablemos que con decir “no es mi competencia” ya me excuso y a
todos contento. Falsos empecinados en parecer santos, con cada día que pasa más
se acercan a los infiernos.
Yo acuso la
inmoralidad de los comportamientos que diciendo ser legales son, sin lugar a
dudas, injustos.
Los políticos
locales han de ser la primera linea en todas aquellas cuitas que una población
sufre. Los cargos que paren las urnas lo son por la población que les vota y nunca a la
inversa, pues pensar que por ocupar un cargo, este cargo es un derecho, hace
que los que lo ocupan dejen de merecerlo. La realidad es la que es y no puede
falsearse, pues si la verdad tiene las patas cortas, la mentira aún más...
Hablar de defensa
de los derechos sociales y de la maldad de los gobiernos de las instancias
superiores al Ayuntamiento, no solo es falaz, es una ignominia que de ser todo
más verdad en esta sociedad, deberia ser punible, deberia ser pecado capital. ¿Puede un primer edil hablar de justicia
cuando le traiciona su propia realidad?. La respuesta es sencilla y
monosilábica, la respuesta es no. Un no rotundo y crudo que pasado el tiempo
crece y ensombrece lo que un dia pudo parecer virtud.
Yo acuso a aquellos
que trabajando para la sociedad no toman conciencia de la realidad de la misma.
Denuncio a los
alcaldes que en mitad de una crisis que ya es guerra abierta y que registra
bajas todos dias, siguen cobrando dos, tres o más sueldos sin sentir verguenza.
Debo quejarme amargamente de una realidad sucia que se retroalimenta, pues
incluso aquellos que podrian alzar la voz desde el interior de los órganos de
gobierno, dicen no poder hacer nada con lo que sucede: “Que si no podemos hacer más de lo que hacemos, que si las mayorías
inmovilizan, que si estas son las reglas del juego...”.
Yo acuso a las
comparsas que en el bienestar de su puesto miran al cielo y dicen no saber
nada.
Defiendo que en
política se debe ser para poder hacer. Afirmo que en un ayuntamiento un
despacho de concejal (aunque sea sin cartera) debe ser una ventana por la que
la ciudadania observe el interior del consistorio. Yo acuso a todos aquellos
que pudiendo airear el edificio, cierran los porticones y se hacen cómplices
del silencio. Demasiados años de crisis y seguimos sin saber, pero saber
cierto, cual es el presupuesto real de nuestro pueblo. Fórmulas legales pero
opacas se utilizan para acabar diciendo nada.
Yo acuso a los
mercaderes que han ocupado el templo de la democracia en mi pueblo.
Les afirmo que a
pesar de sus mayorias no son lo que necesitamos. Son comerciantes de favores
que les acaban dando réditos. Piensen un poco, miren hacia adentro, ¿realmente
creen que se trabaja con responsable sentimiento?, ¿realmente creen que lo
primero en sus trabajos es lograr el bienestar ciudadano?. La respuesta, si
apelan a su conciencia, es no...
Llevamos mucho
tiempo permitiendo que algunos se escuden en lo que denominan “voluntad
popular”. La política pervierte los mandatos cual una dictadura y acaba
estableciendo que ser elegidos es sinónimo de disponer de un cheque en blanco.
Parafraseando al insigne Ortega y Gasset, afirmo desde el convencimiento que
gobernar en democrácia “no es esto, no es
esto”. Decir que lo que se nos ofrece es justo es mentir a la descarada, es
morir en el intento.
Yo acuso y no ceso.
Yo acuso y ofender no pretendo, pues decir la verdad es como levantar persianas
y permitir que la luz nos llegue dentro.
Me reconozco la
ambición de ganar la confianza de los ciudadanos, me creo capaz y recto. Sé que
de ser concejal, sabré hacer lo correcto. Pues tomaré decisiones consciente de
que no será mío el puesto, sabiendo que recibo un privilegio y que estaré
llamado a iniciar acciones. Sabré que habrán de ser útiles a todos aunque no
llegue a ver el final de los proyectos. Pues la política no es una profesión y
es el que haya llegado a serlo, lo que la ha pervertido hasta su estado actual.
Decia San Agustín
de Hipona en sus “Confesiones” que
existirá la verdad aunque el mundo perezca. Verdad inapelable que hago parte de
mi filosofia, no espero perecer, espero vivir unas circunstancias que gracias a
la verdad se conviertan en realidades justas.
Yo acuso la
falsedad en palabras y obras.
Afirmo que muchos
de nuestros representantes no merecen serlo. Digo sin tapujos que deben salir a
la realidad del frio social y volver a luchar (si alguna vez lo hicieron) por
la verdad. Una verdad que siempre espera poder expresarse, una verdad que nos
hace medrar.
Yo acuso a los
faltos de memória, rechazo la demagogia y desprecio a los mentirosos de oficio
que nada aportan ya.
Se acaba el tiempo
y apelo otra vez a la esperanza que me aportan personas como Horacio Amezúa.
Este argentino (hijo de un país que de la corrupción parece haber hecho
patrimonio nacional), decía que “todo
aquello por lo que luchamos y en lo que creemos -la libertad, la igualdad y la
justicia-, encuentran su máxima
expresión en el despacho de un concejal, pues es allí donde todos esos valores
se concretan en personas con rostro”.
Aquí quedo tras
acusar a aquellos que nunca se sienten culpables. Aquí planto mi puesto y
espero que los ladridos me recuerden que sin duda cabalgo. A disposición de nuestro particular Senado,
asumo que me lleguen los Idus de marzo.
Yo acuso. Vengan de
frente y no se cubran los rostros con los sudarios del pasado. Los que hicieron
los méritos ya no ocupan ningún puesto.
POLITICA ES MORAL
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