Lo que ahora me
evoca el horror de aquella época es otra confrontación callada pero cierta que
se cobra bajas todas las jornadas. Me refiero a la crisis económica y al
sacrifico de los soldados de un frente cuyas trincheras no marcan tan solo una
línea. El frente de esta guerra es caótico, enmarañado y está por todos lados.
En la retaguardia,
cada vez más contaminados por un exceso de datos que nos esconden la verdadera
información, muchas mentes aún voluntariosas preguntan sobre las causas y sobre
las soluciones. En realidad, como en tiempos pasados, las cancillerias que
apelan a sostener el esfuerzo bélico recurriendo a trasnochados conceptos como
pátria, honor y gloria, nos siguen reclutando levas aún sabiendo que esta
guerra de posiciones matará a los más pobres y hará más ricos a los de siempre.
Malo es recibir
preguntas y no poder dar respuestas. Al conversar, en ocasiones, campos minados
se pisan, así me sentí hace poco entrando en debate con una de mis sobrinas: “ ¿Por qué se produce el paro?, ¿puedes
explicarlo?”...
Hay combates que
requieren de todo conocimento y habilidad, este era uno de ellos. Así, recordando la previa a la pregunta, en la que
habíamos hablado sobre la Guerra del 14 y la novela de Jean Echenoz sobre la
misma (páginas memorables en forma y contenido), me dispuse a la batalla y
apretando los dientes frente al fuego cruzado que habia de producirse, disparé
a quemarropa: “El paro es una enfermedad
que provoca una toxina llamada avaricia”.
POLITICA ES MORAL
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