viernes, 7 de febrero de 2014

LA GRAN GUERRA



 
A vueltas con el centenario de la 1ª Guerra Mundial, he ido participando en varias conversaciones versadas sobre la misma con amigos y familia. Ha de llegar el estio para oficialmente publicar la efeméride del inicio de la masacre que a la postre, fue un conflicto que finalizó no en 1918 si no en 1945. El Tratado de Versalles no arregó nada, muy al contrario, reabrió las heridas cada vez que estas sanaban. En cualquier caso, habrá tiempo de entrar en detalle de las causas, evolución y consecuencias de la “Gran Guerra”, eufemismo de una hecatombe de dimensiones apocalípticas que más que matar, trituraba cuerpos y que mediante emponzoñados gases silenciosos, ahogaba a los soldados o con suerte les dejaba ciegos...

Lo que ahora me evoca  el horror de aquella época  es otra confrontación callada pero cierta que se cobra bajas todas las jornadas. Me refiero a la crisis económica y al sacrifico de los soldados de un frente cuyas trincheras no marcan tan solo una línea. El frente de esta guerra es caótico, enmarañado  y está por todos lados.

En la retaguardia, cada vez más contaminados por un exceso de datos que nos esconden la verdadera información, muchas mentes aún voluntariosas preguntan sobre las causas y sobre las soluciones. En realidad, como en tiempos pasados, las cancillerias que apelan a sostener el esfuerzo bélico recurriendo a trasnochados conceptos como pátria, honor y gloria, nos siguen reclutando levas aún sabiendo que esta guerra de posiciones matará a los más pobres y hará más ricos a los de siempre.
Malo es recibir preguntas y no poder dar respuestas. Al conversar, en ocasiones, campos minados se pisan, así me sentí hace poco entrando en debate con una de mis sobrinas: “ ¿Por qué se produce el paro?, ¿puedes explicarlo?”...

Hay combates que requieren de todo conocimento y habilidad, este era uno de ellos. Así,  recordando la previa a la pregunta, en la que habíamos hablado sobre la Guerra del 14 y la novela de Jean Echenoz sobre la misma (páginas memorables en forma y contenido), me dispuse a la batalla y apretando los dientes frente al fuego cruzado que habia de producirse, disparé a quemarropa: “El paro es una enfermedad que provoca una toxina llamada avaricia”.
POLITICA ES MORAL

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