Tras la algarabía de los más pequeños
al ver pasar a tantos animales y la conversación distendida de los adultos, nos
dispusimos a comer. Nada novedoso había sucedido en nuestro entorno, la jornada
era grata, la comida se demostró deliciosa y entre tanto buen augurio se
escuchó una infantil y suave voz que incidía directamente sobre mi persona: “Oye, ¿te puedo explicar una cosa?, hemos
hecho un partido político en el colegio y haremos unas elecciones. Igual me
ayudas…”.
Las sonrisas de mis tíos, primos y
demás familia, componían un poema que lejos de estar bien rimado, avisaba la
llegada de una prosa áspera. En definitiva, “ahí te salgas con bien del fangal en el que te están metiendo” era lo que su callada sorna me estaba
diciendo.
Claro, claro que te ayudaré, ¿Cómo estáis
organizando ese partido?, ¿Qué es lo que queréis proponer a vuestros
compañeros?, imagino que queréis hacer cosas nuevas y buenas para todos…
Mi dulce primita tiene nueve años, es
de mente viva y talante alegre. No podía ser de otro modo, la idea de hacer
cosas buenas le cargó el ánimo todo lo esperado, me miró profundo y espetó: “¿es que hay otra forma de hacer la política?”,
imagino que todos los políticos quieren hacer lo mejor para los yayos, para los
papás y para mi hermana y para mí…
La mesa empezó a ser jolgorio y yo,
chivo expiatorio. Todos miraban y sin palabras insistían, “dale, dale, que te queda mucho todavía”.
Afirmé con convencimiento y sin
mostrar grietas, “¡Pues claro Laura!. Para eso sirve la política”. ¿Cómo se
llama vuestro partido?. Nos explicó que dudaban en el nombre GPM (Grupo para
Mejorar) y PCI (Partido Catalán Incontaminado), que ambas opciones les gustaban
y que probablemente harían un “refrito” de siglas. Perseveró en la idea de que
sería fácil mejorar las cosas porque lo que se había hecho mal ya les diría como
hacer todo bien…
Se rozaba la carcajada en el público y
a mi alma se asomaba una amarga tristeza. Me repuse, empecé a hablar, recurrí a
los tópicos y por omisión, mentí. Afirmé
que así debía ser, que lo que en el “cole” plantearían como un ejercicio para
descubrir cómo solucionar las cosas, en la realidad funcionaria seguro, seguro.
Como en la fiesta de “Els Tres Tombs” di tres vueltas al sagrado lugar que la
Democracia debería ocupar, le di un beso a la aprendiz de cargo electo y sin
dilación, me dispuse a devorar el postre. Por cierto, no lo comenté, pero bien
repartida, la tarta de crema y frutas alcanzó para todos y llegamos a los cafés
totalmente satisfechos. La digestión fue pesada….
POLITICA
ES MORAL
Genial ! Gracias !
ResponderEliminarBueno quizá no sea del todo una mentira, "en la realidad funcionaría seguro...", si ellos lo creen...? Ellos, nuestros niños vienen cargaditos de sueños, de todo lo que una vez nosotros mismos quisimos hacer también, y de hecho algunos todavía insisten en que algo justo para todos funcione. Es algo hermoso que un niño te tome de referente, al alma debe sentarle bien y centrarse en ese niño que posa su (tu) esperanza en ti. Y a la tristeza empujarla hacia fuera cuando se pueda, casi siempre viene cuando lo de nuestro entorno nos rodea sin remedio, sin embargo también creo que a aquellos, que ella, la tristeza pretende aguarnos la fiesta, somos también los que mejor sabemos disfrutar de la vida en general, porque al sentir la profunda tristeza clavada en nuestra alma es cuando podemos y sabemos diferenciar ambos sentimientos. Tristeza cuando lloras y cuando sufres, sin embargo cuando ríes vienen los tambores a decirme que estoy vivo, vivo porque sufro por el prójimo, vivo porque sonrío a través de tu sonrisa. Un niño es como una celebración infinita, nunca uno deja de soñar con que ellos lo harán mejor que nosotros, con que ellos vivirán más plenos y felices, me vas a perdonar pero yo leyendo esto, no he podido más que sonreír imaginando el alboroto del alma de Laura...
ResponderEliminarTodo lo que se puede soñar, se puede lograr. Walt Disney