Dijo el Profesor Tierno Galván que el poder era como
un explosivo y que debía manejarse con mucho cuidado ya que de no hacerlo así,
estallaba.
En febrero de 1936
se celebrarón las últimas elecciones democráticas del periodo de la Segunda
República Española. Las ganó el denominando “Frente Popular” que aglutinaba a
todas las fuerzas de izquierdas (PSOE, PCE, POUM, Izquierda Republicana y
Esquerra Republicana de Cataluña). La coalición situada al otro extremo
ideológico estaba formada por CEDA y por Renovación Española (otros partidos
como Falange y PNV se presentaron por su cuenta).
Reseñar la
celebración de unas elecciones y detallar a las formaciones que a ellas se
presentasen, no debería revestir demasiada trascendencia, pero no debemos
olvidar que hablamos de nuestra amada entelequia llamada España.
La República
proclamada el 14 de abril de 1931 nació con demasiados problemas endémicos que
solucionar. Así, en febrero de 1936 no había avanzado sustancialmente en la
solución de los mismos. Muy al contrario, las políticas y reformas que
pretendió implantar no contentaron a nadie. Las clases populares seguían sin
ver mejorar su situación y las clases privilegiadas observaban los movimientos
del gobierno como agresiones directas a sus intereses.
El ambiente en que
se desarrollaron campaña electoral y elecciones, estaba absolutamente
radicalizado. Los movimentos de la izquierda obrera había derivado a una postura revolucionaria y la derecha
pretendia abiertamente el fin del sistema democrático.
Los vencedores de
los comicios no estuvieron a la altura. Manuel Azaña se convirtió en Presidente
de la República, pero las guerras intestinas del PSOE impiedieron que Indalecio
Prieto, cabeza visible del sector moderado socialista, ocupara la jefatura del
gobierno. La consecuencia fue un gabinete formado por republicanos de izquierda
pero sin el PSOE. La debilidad del gobierno era manifiesta...
Aceleró la voluntad
reformista en la nueva legislatura. Así, se amnistiaron los condenados por la
revolución de 1934, se restableció el Estatuto de Cataluña, se reanudó la
reforma agraria, se formalizaron los Estatutos de Autonomía de Galícia y País Vasco y se “exilió” a aquellos
militares sospechosos de intenciones golpistas.
Canto de cisne de
un progresismo ciego a la realidad, las reformas no se aceptaron como válidas.
Muy al contario, se entendieron como agresiones hacía uno u otro “bando
ideológico”. Se desencadenaron ocupaciones de propiedades latifundistas,
capital y burguesia buscaron apoyo en los sectores sociales más reaccionarios y
los militares volvieron a su papel de “Salvadores de la Patria”.
Don Andrés, mi
abuelo, ocupaba el cargo de Alcalde pedáneo
de nuestro pueblo en 1936. De profesión marchante de ganado, era viajero
por obligación y devoción. Conversador incansable, pensaba mucho más de lo que
decia y decia tener la suerte de conocer a muchas personas. Eran estas y sus
realidades las que le llevaron, tras las elecciones generales, a decirle a mi abuela: “María, España arderá en guerra”.
Entrañable recuerdo
el de la matriarca que gobernó la familia tras la temprana muerte de su esposo.
Siempre hablaba de España, siempre utilizaba la primera persona del plural para
referirse a los españoles, siempre se quejaba de que el gran mal del pais era
un sempiterno repetir “estás con ellos
o con nosotros” ...
POLITICA ES MORAL
No hay comentarios:
Publicar un comentario