Hoy
Francesc-Marc Àlvaro ha sabido plasmar de forma sencilla y clara, el sentir de
muchos votantes de izquierda que ya no se sienten identificados con el PSC.
En
cualquier caso su tesis aún se queda corta en el trasfondo, ya que el votante
que derive hacía ICV seguirá dentro del “universo” progresista, pero muchos
otros irán a reforzar posiciones que poco o nada tienen que ver con el
pluralismo característico de este país llamado Catalunya. El partido de Pere Navarro, entestándose en
descubrir si se trataba de “galgos o podencos”, ha permitido que se lo coman
por los pies…
DEL PSC A INICIATIVA
Francesc -Marc Àlvaro
Se ha acabado. Podría estar triste pero más bien
se siente aligerado, como quien ha dejado un paquete muy pesado y continúa el
camino. Esta vez hará lo que otros ya han hecho antes: dejará de votar
socialista para votar eco-socialista, una izquierda que considera más descarada
y menos rígida. Cree que los de Herrera son los únicos que plantan cara a los
recortes y los únicos que hacen algo para evitar que las banderas tapen los
graves problemas sociales. El resto "ha caído en la trampa de Mas" y lo
encuentra incomprensible y frustrante.
Él se siente más de
izquierdas que progre, y ciertas cosas de ICV las ve
como una especie de folklore simpático
para tranquilizar conciencias. El progresismo es una aproximación descafeinada
a la cultura de izquierdas. De algún modo, echa de menos el viejo PSUC de los
setenta, cuando la clase obrera era todavía el sujeto histórico de verdad y en
vez de hablar de bicicletas y transgénicos se hablaba de la plusvalía. Dicho
esto, ve que, si no vota a Pere Navarro y desea un Parlament donde la derecha
esté algo fiscalizada, debe apoyar a Joan Herrera, de quien valora la
obstinación y el tono tranquilo. También le gusta Camats, porque pone pasión en
los discursos y parece incansable.
¿Por qué huye del
socialismo catalán? Porque piensa que es una organización que "ha perdido
el alma y las ganas", como aquellos artistas que ya no tienen nada nuevo
que decir y se dedican a versionarse con oficio sin poder dominar el tedio. De
Navarro no sabría decir si es buen o mal candidato, sencillamente es alguien a
quien han encargado una misión imposible y quizás le han hecho la putada de su
vida. La máquina del partido se ha comido el cuerpo del proyecto, la defensa de
los intereses de clan se ha impuesto a la capacidad para detectar lo que quiere
la gente. El PSC que conoció cuando era joven no tiene nada que ver con la
marca que hoy busca conjurar el batacazo del día 25. "Hemos perdido la
magia y se nos nota", repite a los amigos y a los compañeros de trabajo.
Sin entusiasmos
pero sin aspavientos, cogerá la papeleta de ICV-EUiA y la meterá en la urna.
También podría optar por ERC, pero no se siente independentista y cree que
todavía puede haber recorrido para ampliar el autogobierno sin ir a la
separación, se llame eso federalismo o no. No está en contra de un referéndum pero
sostiene que el independentismo es, sobre todo, una moda aumentada por la
crisis y el centralismo desbocado a raíz de la sentencia del TC contra el
Estatut.
El primer
tripartito fue su ilusión, pero fue demasiado efímera. Aquello pareció que
podía cambiar la historia del país. Hoy, querría que algo parecido al
tripartito se convirtiera en una opción nueva, y espera que algunas caras
jóvenes del PSC se atrevan a abrir nuevos caminos antes de que sea demasiado
tarde. De momento, y mientras espera aires mejores, se refugiará en la zona
verde.
POLITICA ES MORAL
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