Cuando se teme a alguien es
porque a ese alguien le hemos concedido poder sobre nosotros. Hermann Hesse
El pasado viernes tuve la fortuna
de coincidir en Barcelona con el insigne Antonio Quero en la presentación de su
libro “La Reforma Progresista del Sistema Financiero”. Antonio es uno de los
más relevantes especialistas financieros de la Comisión Europea y en su
momento, uno de esos tecnócratas que nos dimos en llamar “hombres de negro”.
Cierto es que su pasado, digamos que achanta al conocerlo, pero pasado el
primer trago, todo lo que dicen sus ojos y describen sus palabras es
conveniente y certero. Es, para quien
escribe, un angel caído que ha recobrado sus alas.
Ahora, el antiguo inspector cuyo
veredicto hacia cambiar humores a la Emperatriz Ángela y así provocar que la
misma apretase o aflojase tuercas, es coordinador de Factoría Democrática, un
colectivo de socialistas empecinados en aportar alternativas viables a una
economía, a todas luces, pautada por las élites extractivas que en nada
contemplan las necesidades de las sociedades en las que desarrollan sus
negocios.
Bien, al escuchar a Quero, quedó
claro cómo actúan El Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Comisión Europea.
La cuestión es verificar la estabilidad o debilidad del sistema financiero y
tomar decisiones que cautericen las heridas del mismo sin atender a las bajas
que sus propuestas provoquen. Lo dicho, los hombres de negro, manu militari de la Unión Europea, no
negocian ni hacen prisioneros. De hecho, si en alguna ocasión hablan de ayudas
a la recuperación, siempre es para las testas encumbradas y así (como en el
caso español), la cosa acaba como siempre acabó: los beneficios son de unos
pocos y las pérdidas se mancomunan entre todos.
Este enviado de los Dioses del
Dinero al Hades y resucitado tras fenecer en el mismo, se atreve y se atreve
mucho. Proclama un cambio sistémico y lo que es más sorprendente, afirma con
desparpajo que el mismo es posible. Confesó ante todos los presentes que cuando
llegó la crisis del 2008 disfrutamos de la mayor oportunidad de asaltar la
economía europea y provocar un cambio en sus estructuras y en su
funcionamiento, pero que el sistema consiguió y consigue inmovilizar a las
masas para que estas hagan poco o nada. La situación no cambió, es cierto, pero a todas luces, quien quiso ver, observó
que los dineros de todos se gestionan de forma nociva y sin ningún decoro.
¿Qué propone este prestidigitador
financiero como solución a los problemas bancarios?, ¿qué cree posible y
justo?. Pues habrá de sorprenderles la cosa, pues parece sencillo: sugiere la
creación de lo que denomina un Banco Ciudadano de Depósitos y por otro lado nos
dice que las entidades financieras privadas tan solo deben gestionen el
crédito, estableciendo también tasas sobre las transacciones de las mismas.
La idea de ese Banco Ciudadano es
la madre del cordero, pues se trataría de una institución para ejercer la
protección democrática al evitar el control del dinero por parte de los bancos
y colocarlos bajo el control ciudadano, garantizando así los verdaderos
intereses generales de la sociedad en relación a la economía común. En fin, la
maniobra marcaria el inicio de un sistema que evitaría los problemas actuales:
una economía sobrevalorada, en equilibrio precario y sin duda alguna,
desconectada de la realidad. En resumen, abandonar la especulación y retomar el
viejo concepto de economía productiva.
Es momento de tomar decisiones y
llevarlas a la práctica, pues según parece podemos sufrir nuevos vaivenes de
consecuencias peores que las vividas hasta el momento. Antonio Quero marca un
camino válido y el debate sobre el mismo nos deja claro que la revolución de
las masas también empieza en los despachos. Decía Mervyn King, Gobernador del
Banco de Inglaterra, que “de todas las maneras posibles de organizar la banca,
la peor es la actual”. Lo dicho; ¿qué podemos perder?...