En un momento en el que labor política está
en entredicho, conviene recordar los conceptos básicos de la llamada
representación social.
El objetivo primero y último de un partido
político es promover y facilitar la participación de la ciudadanía en los gobiernos democráticos.
Es por ello que el objetivo no es el conseguir el poder para unas siglas, sino
el representar los intereses comunes de la sociedad y servir de nexo entre el
poder institucional y los ciudadanos…
La aspiración de llegar a una verdadera
sociedad justa obliga, sin lugar a dudas, a cuestionar las estructuras
orgánicas de los partidos tradicionales. La deriva de los últimos años ha
demostrado de forma preclara que los mal llamados “representantes de la
voluntad popular”, en realidad se han convertido en una comunidad profesionalizada que les otorga
privilegios y les permite acceder a recursos de forma continuada. En resumen,
ninguna opción partidista parece contemplar los fines u objetivos básicos de
interés social.
Los políticos no deben reconocer su estatus
como “natural”. No pueden llegar a pensar en disponer de derechos adquiridos.
No tienen que considerar la política como una carrera profesional. Gobernar,
representar a la ciudadanía, es ser capaz de tomar decisiones a riesgo de no
ser reelegidos.
La política no es una profesión…, los
profesionales deberían hacer política.
POLITICA ES MORAL
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