"La política ha dejado de ser una política
de ideales para convertirse en una política de programas." Enrique
Tierno Galván.
Al viejo Profesor le
dictaba la razón y una enorme capacidad de síntesis le permitió llegar a toda
la ciudadanía.En el momento actual
tendemos a pensar que todas las opciones políticas se ciñen a la máxima de
“quejarse en la oposición y callar en el gobierno”. Pareciera cierto pero no lo
es. No nos dejemos llevar por el horizonte inmediato.
Hay grandes
diferencias entre gestionar el poder y sus instituciones con criterios
conservadores o progresistas: en el primer supuesto, unos pocos se benefician
de los rendimientos de la mayoría social, en
el segundo, la riqueza, los recursos, se entienden como compartidos y
con la finalidad de conseguir justicia social.
Capciosamente, las
posiciones oligárquicas y de casta social argumentan que las coberturas
sociales, la protección, adormecen a la ciudadanía por el hecho de tener
garantizados unos mínimos de vida y en consecuencia, sociedad y economía se
resienten en su crecimiento. Nada más falso e interesado. ¿No es cierto que los
países nórdicos son objetivamente capitalistas?, ¿es correcto decir que estos
países incentivan la actividad económica de forma preclara?, ¿es erróneo
afirmar que una economía fuerte genera tributación y la buena gestión de los
tributos aporta bienestar?. No es necesario extenderse más, la llamada
“economía de mercado” puede ser, sin duda, propia de una política progresista.
Por tanto, ser de izquierdas, trabajar bajo esa base ideológica, es la más
adecuada vía para alcanzar una sociedad justa.
En paralelo a la
“gestión práctica de gobierno”, subyacen otros aspectos que tienen relación con
la representatividad y legitimidad de las instituciones. Partiendo de una
innegable necesidad de objetivizar los fines, no ha lugar a órganos de poder
o gestión no controlables por la ciudadanía. En el momento presente, aceptar
que el poder sea hereditario por nacimiento e incluso que los varones tengan prioridad sobre las mujeres (es el caso de nuestra casa real) es un
anacronismo que de mantenerse, niega todo nuestro Estado de Derecho.
República es un
término nacido del concepto latino Res publica y cuyo significado es, en
sentido amplio, la igualdad ante las
leyes, el sometimiento del gobierno a la ciudadanía y la constatación de que no
existe más forma de legitimar a los gobernantes que el ejercicio del sufragio.
Los ciudadanos, con su voto, se dotan de la representación de los más capaces...
Nuestro presente es
el que es. Aún hoy recelamos de un pasado que ya debería estar superado e
interiorizado. Por lo tanto, aún acatando nuestro ordenamiento legal, es lícito
aspirar a un régimen político donde no existan privilegios y/o
discriminaciones, donde la economía tenga un fin social. Un sistema en el
que el gobierno de las instituciones
nazca de las urnas. En resumen, una sociedad progresista y republicana.
POLITICA ES MORAL
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