jueves, 15 de octubre de 2015

EL PADRINO


El futuro no está escrito, porque sólo el pueblo puede escribirlo. Adolfo Suarez

En 1979 se celebraron las primeras elecciones municipales de la entonces joven Democracia española. En el pueblo del que soy originario, Fuente Álamo de Murcia, mi padrino formo parte de la lista de la UCD (Unión de Centro Democrático). Hombre de luces y sombras en lo personal, en lo social demostró una inteligencia digna de reconocimiento. Se hizo merecedor de la confianza de sus conciudadanos y tuvo el privilegio de ostentar el cargo de teniente de alcaldía.

Hijo de familia republicana se significó en el partido fundado por Adolfo Suarez por una sencilla razón, buscando el acercamiento de dos realidades aún enfrentadas por los agravios de nuestra Guerra Civil, consideró que debía conseguirse un espacio común que aglutinase el máximo de personas para dotar a las nuevas instituciones de una representación real.

Su pensamiento, ciertamente circunscrito a un ámbito local, se centraba en una idea sencilla, la Democracia no debía entenderse como el derecho al voto. Decía (repitiendo hasta la saciedad una frase del líder de UCD) que las elecciones no resolverían por sí mismas los problemas, y que siendo el  paso previo y necesario para su solución, necesitan del compromiso de los votantes para fiscalizar y participar en los órganos de gobierno auto-otorgados. Ya ven ustedes, un visionario lleno de ilusión al que como a tantos, la realidad atropelló sin ningún miramiento…

Pero aunque pueda decirse que de buenas intenciones están los cementerios llenos, las ideas sobreviven a sus amos y de ese pensamiento nos alimentamos algunos que no renunciamos a la esperanza de llegar al buen gobierno. Así, toca trocar el marasmo y la indiferencia en acción reglada y la queja en propuestas claras. Es momento de retomar los gestos de los adalides del pasado y honrar lo que sus trabajos nos legaron. Se trata de votar y de los votos hacer espadas de Damocles que adviertan a los electos que no reciben patentes de corso sino contratos grabados con cláusulas draconianas. Gobernar es un privilegio y si los gobernantes lo olvidan, nosotros debemos recordárselo.

Llegados a este punto y al menos en el ámbito municipal, el camino a tomar está claro. Puesto que la mayoría social hace revoluciones de papel otorgando al hecho del sufragio de un poder que tiempo atrás quedó extinguido, algunos deberemos poner nuestro conocimiento y energía en obligar a los concejales a actuar fuera de los plenos acercándolos a la calle. Cierto es que así debió ser siempre, pero como ha podido demostrarse, en nuestro sistema la verdad esconde mentiras ciertas. Toca mover el culo y obligar a que aquellos que supuestamente nos representan, se mojen el suyo.

Ya estamos en marcha, no será fácil, es cierto, pero unos cuantos seremos el ariete con el que abra murallas el resto. Hoy me honro de haber tenido maestros que incluso en sus errores, supieron enseñarme que para que algo funcione no basta con hablar, hay que echar bemoles y dejarse de cuentos.

POLITICA ES MORAL

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