martes, 6 de octubre de 2015

EL AGENTE NARANJA


Allá por el año 2006 se significó un nuevo partido político cuyas bases provenían de la plataforma cívica Ciutadans de Catalunya. Se trató de dar forma a un movimiento social cuyo objetivo era regenerar la política incorporando las bases sociales a la representación pública, acabar con el despotismo de los partidos tradicionales y basar la praxis de gobierno en la transparencia y en la lucha contra la corrupción.

Inicialmente, la nueva formación, denominada Ciudadanos- Partido de la Ciudadanía, se declaró transversal e inclusiva de cualquier persona al margen de su ideología. Más tarde, en su segundo congreso celebrado en 2007, se incorporó al ideario la ponencia elaborada por Francesc Carreras y que tras mucho debate, definió al partido como de centro-izquierda no nacionalista. Ha pasado mucho tiempo…

La realidad del momento hizo que muchos de los iniciales activistas rechazasen el identificarse con el concepto izquierda progresista por tener razones ideológicas más cercanas a ideas conservadoras y otros tantos se negaron a que el partido se identificase con cualquier tendencia concreta. Bien, así empezó todo, nuevos aires en una realidad viciada que sin duda necesitaba y aún hoy necesita cambiar. No puede negarse, que sobre el papel, las nuevas siglas aportaban una ilusión renovada y su discurso empezó a calar de forma sincera en una masa social más que harta de la indignidad de sus dirigentes en un momento socio-económico nefasto.

Todo inicio es duro y balbuceante, la implantación se inició en Catalunya y uno de los caballos de batalla fue contrarrestar la política identitaria de la Generalitat y reclamar un verdadero gobierno para las personas al margen de las banderas y los símbolos. En resumen, los problemas reales primero, interesante posicionamiento y  sin duda fácilmente incorporable al imaginario popular. De poner un pero a sus puestas en escena, sorprendió la vehemencia en afirmar que el castellano estaba en peligro en la vida pública catalana, cuestión que en opinión de quien escribe rozó y roza el populismo más agrio y frentista. Pero más adelante, en 2014, realmente antes de ayer, tras las elecciones al Parlamento Europeo, el partido inicia una expansión casi exponencial. Marcó alianzas con formaciones menores de todo el estado, batió las trincheras de Unión Progreso y Democracia UPyD (con quien hubo anteriores oportunidades de coalición) y la llamada regeneración de la política se identificó con nuevas caras y nuevos discursos.

Bien, hermosa historia, más nada es lo que parece. Siempre se nos ha explicado que Roma movía el Imperio para, tras la sacudida, dejar las cosas igual. En esta historia de la piel de toro ha sucedido y sucede lo mismo. Las alarmas se encendieron tras la presentación del programa económico de Ciudadanos en Madrid el pasado mes abril. Fue en ese momento cuando se pudo observar, de forma preclara , a que obedecía el arreón de un partido con tan corta historia. En aquel momento los representantes de las élites extractivas arroparon a Albert Rivera y le encumbraron como un Hermes cargado de buenas nuevas.

Es cierto que en el mismo periodo de tiempo, Podemos hacia su camino anunciando una nueva España, pero nadie permitirá que una opción de aire tan revolucionario prospere y a la torpeza de Pablo Iglesias y su propuesta, tan solo había que añadirle que la derecha tradicional supo y sabe ver que los mansos consumidores quieren cambios pero sin asumir riesgos. Aquí se mostró útil el Partido de la Ciudadanía, engrasando bien sus ejes, podría ser una nueva versión del viejo Partido Popular, desterrando la carcoma de la corrupción y mostrando un rostro que nos emplazase a recordar a aquello que se llamó Unión de Centro Democrático.

Permítanme, creo que no estaría de más, al margen de percepciones sentimentales y tradiciones ideológicas adquiridas, repasarse el programa y las derivas del partido de Rivera. Aquello de centro-izquierda ha sucumbido frente a los recursos aportados por el neo-liberalismo más salvaje y rentista. En resumen, una vez más, se sacude el tablero para volver a hacer, como tahúres, trampas. Ciudadanos es un gran producto, diseñado con gran esmero, es atractivo, fácil de entender y en un país desquiciado, tan solo por contraposición a los pecados del pasado, tendrá el apoyo de una enorme parte de los electores.

No se ha inventado nada, un nuevo caballo de Troya está a las puertas. Aquellos que se consideren progresistas deberían recordar que el titán de las Azores, el patrón de la Faes, el ex Presidente  José María Aznar, ha bendecido la regeneración nacida en Catalunya como propia del espacio de centro- derecha. Si el Cesar dixit

Ciudadanos, el agente naranja, es el arma ofensiva que desfoliará el bosque de las elecciones de diciembre. Tan solo cabe esperar que su química no sea totalmente tóxica como la que lanzaron los EEUU en Vietnam.

POLITICA ES MORAL

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