miércoles, 14 de octubre de 2015

EL CASTILLO DE COMPANYS


Tal día como hoy de 1940, fue fusilado en el castillo de Montjuïch (entonces acuartelamiento militar) Lluís Companys, último Presidente de la Generalitat de Catalunya durante la Segunda República.

En la década de los 80 del siglo pasado, realicé el servicio militar en una unidad de ingenieros sita en ese castillo. Aún no existía ni el proyecto de monumento que hubiese de recordar la figura de Companys. En cualquier caso, atendiendo a que parte de la fortaleza era de acceso libre a la ciudadanía, siempre encontrábamos flores o escritos que hacían las veces de in memoriam del Presidente.

En nuestro presente, convulso y frentista, alguien podrá decir que pues muy bien, que quien quiera mitos que los cuide. Pero ni la mayor ni la menor,  pocas personas saben, ni por asomo, lo que quien escribe vio en aquel castillo. Ruego que nadie se permita valorar el gesto mientras yo hablo del fondo. Cuando queremos saber debemos preguntar, cuando deseamos entender debemos escuchar.

Miles de legajos correspondientes a causas sumarísimas pude leer. Muchos sin nombre allí encontraron su final, tendré la oportunidad de ponerles a ellos primero. Los mitos, para mí, hace tiempo que cayeron de los pedestales, la verdad objetiva sin más colorantes ni aditivos edulcorantes es que en ese castillo se adhiere un dolor viejo...

Su principal función, durante el Siglo XIX, fue la vigilancia y la represión de la Ciudad Condal. Desde allí se bombardeó en dos ocasiones el casco urbano y allí se encerraron y torturaron anarquistas, activistas obreros y políticos. Tras el estallido de la Guerra Civil sirvió de prisión para los que se alzaron contra la República y como lugar de ejecución de los mismos.  Tras el fin del conflicto, se cambiaron las tornas y la represión franquista ejecutó a miles de prisioneros republicanos. Uno de aquellos, tío-abuelo de quien escribe, fue fusilado muy cerca de la puerta del acuartelamiento en el que serví como suboficial.

Lo dicho, mucha sinrazón preñada de sangre llega a los cimientos de la fortaleza. La de Companys también llena sus fosos y es cierto que no es la única, pero si ese símbolo es útil para explicar la magnitud de la tragedia, no dudaré en utilizarlo. Toca hacer de los caídos motivo de esperanza y esperar que nos ayuden a hacer un acto de contrición por el dolor causado en el  pasado. En jornadas como hoy uno esperaría que nadie justifique unas muertes con otras y que la miseria de ningún catite instalado en el dogma explique que la parca escribió su historia en Montjuïch estructurándola en función del prisma ideológico de cada cual.

Pueden creerme, en el antagonismo que nos revuelve, personas como el que fue Presidente de la Generalitat nos explican que razones son tales y cuales tan solo locura, en la imagen de Companys hemos de saber ver a todos los que sintieron como las balas atravesaban su cuerpo antes de caer al suelo y tras ello, recibir un tiro de gracia. Les repito, leí muchos legajos encabezados por nombres que no recuerdo y en las noches de guardia, parecía que los muertos me hablaban en silencio.

Como antes comenté, para saber debemos preguntar, para entender debemos escuchar…

POLITICA ES MORAL

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