martes, 27 de octubre de 2015

AL HALLOWEEN QUE LE DEN UN RATO


La tradición no se hereda, se conquista. André Malraux
Estoy enfermando de tontería adquirida, de gilipollismo gozoso y como síntoma, se me detecta una hinchazón malsana. Me dicen los facultativos que la patología se denomina aculturación y que es provocada por un proceso vírico por el cual un pueblo o grupo social adquiere una nueva cultura o aspectos de la misma, casi siempre a expensas de la cultura propia.

Según parece, el origen de la primera cepa del virus se dio en el Hemisferio Norte de América y poco a poco se ha propagado de forma silente pero constante. Las personas infectadas presentan un proceso de deculturación muy agresivo que les hace perder los aspectos culturales propios e incorporar los que transporta el invasor emponzoñado. La cosa empieza a parecer una pandemia, la aculturación ya ha superado las fases de supervivencia, dominación y resistencia de los humanos expuestos a ella. Parece que los infectados mutan su ADN y acaban por modificar y adaptar su comportamiento tras el contacto intercultural. Lo dramático de la situación, es que los valores adquiridos no lo son…

Faltan cuatro días para eso que se ha dado en llamar Halloween salte a las escuelas, calles y domicilios familiares. Como cada año, atacará con saña a panellets, castañeras y a todos los Santos que enfrentarse a él pretendan. Huestes inacabables de niños embozados y encarnados en personajes no hace mucho desconocidos, arrastrarán las palabras como zombis mientras verbalizan esa memez del truco o trato. Acojona de veras ver como lo que fuimos, se nos va al carajo.No hay forma de mantenerse al margen, el hacerlo es ponerse en peligro, pues si en contra dices algo, hasta tus propios hijos te miran raro. De hecho, esta misma tarde, he de ponerme a vaciar una calabaza para que mi vástago y sus amigos la presenten en el colegio como un espantajo elevado a la categoría de trabajo escolar. Manda güevos…

A los que me conocen no ha de extrañarles la reflexión que hoy hago. De hecho, como internacionalista convencido, defendí y defiendo que el contacto entre culturas enriquece al ser humano. Pero una cosa es compartir y otra cosa es dejar caer los brazos en la vana convicción de que lo propio es desdeñable  y valioso lo importado. Son demasiados lo inputs detectados, estamos acosados y en lugar de mirar de empoderarnos, no dudamos el olvidar las tradiciones del pasado.

Hoy triunfa el gordo estrafalario ( ese Papa Noel reinventado por la Coca Cola tras defenestrar a San Nicolás), el citado Halloween , el crematístico black Friday (día para comprar a degüello, pues si no compras eres tonto y no estás a la “page”), el San Valentín que le hace la zancadilla a San Jorge  y no sé cuantas importaciones directas que nada tienen que ver con nuestro bagaje socio cultural. Ni que decir tiene que perdiendo Cuba empezó la debacle.

Miren, en caliente no deben tomarse decisiones, pero llegada la información a mis manos, me he incorporado a la Asociación de Belenistas de Albacete. Esta entidad se creó para proteger la  tradición del belén ya que está siendo desplazada por otras figuras navideñas como el insufrible tripulante de trineos del que antes les hablé o el preciosista árbol de Navidad.

Me han dicho que son gente recia y dada a solucionar las cosas con métodos llamémosles de los de siempre . En su área de influencia ningún niño osa  verbalizar aquello de truco o trato. Según parece y en base a la proximidad de Albacete a Cuenca, a los padres de aquellos chiquillos que celebraban la cosa, los guerrilleros del Portal de Belén les ponían mirando al Norte un rato.

POLITICA ES MORAL

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