Entre dimes y diretes sobre si es
solidaridad o no lo que hace Amancio Ortega con sus donaciones a la Sanidad
Pública, me baño hoy en el propio pensamiento. Va a resulta entretenida la
cosa, pues aquí creo que subyace algo que de ser piquero en Flandes, habría de
llamarse ventaja.
Se denomina ventaja a una
retribución especial a un soldado que se hubiese distinguido en combate. Era el
Maestre de Campo quien a título propio o a petición de un oficial, la otorgaba.
Hoy no me cuadra el tema, pues quien se abre la faltriquera y otorga
beneficios, no es quien supuestamente comanda, pareciera que es el soldado quien
anda sobrado de doblones y con generosidad los regala.
Han de saber que llevo toda mi
vida adulta manteniendo y argumentando la tesis de que el egoísmo es la base de
la generosidad. Sin duda me ha traído algunos problemas con personas a las que acababa
de conocer, pues con ahínco se me afeaba el decir semejante cosa. En cualquier
caso, tras los primeros envites y conseguido el tiempo de explicarme, siempre
se me entendió y mucho interlocutor incluso compartió mi pensamiento.
Lo mío no se basa en la filosofía
del egoísmo moral. Nunca me escucharán afirmar que la doctrina es actuar para
el propio interés y que de darse una oportunidad que no incomode el propio
camino, opcionalmente realizar acciones que ayuden a otros, pero la finalidad
seguirá siendo la primigenia: el ayudar ha de dar algo provechoso para uno
mismo. No me interpreten mal, el egoísmo con el que hoy y siempre me desayuno,
trata de llenar el alma de aspectos positivos que nos hagan ser personas que
ayuden a los demás a ganar la alegría. Es decir, hemos de dedicarnos tiempo a
nosotros mismos y ocupando el mismo en lo que nos resulta grato y nos enriquece el
alma, poder ser elementos colaborantes positivos con nuestro entorno.
Por el contrario, el egoísta
moral afirma su yo al margen de los demás y se encumbra en un poder que le
instala en una realidad moral y personal paralela. En resumen, la realidad es su propia
existencia y su forma de acercarse a las gentes es, hay que saber verlo, presuntuosa
y distante. De hacer algo socialmente bueno, no cabe duda de que espera un
reconocimiento. Hoy es oportuno reconocer los méritos de mis maestros y me
viene perfecto recordar a Kierkegaard y aquello de que lo personal es lo real.
Escuché y escucho, pero no trago con lo del existencialismo individualista, ni
por asomo asumiré la lógica de las acciones de los egoístas por muy bien
explicadas que se presenten. ¿Realmente podemos afirmar que justifica el
beneficio propio la puntual generosidad material?, lo siento, no en mi nombre.
Es lo que tiene comulgar con la vieja tradición cristina y el tener en la
mesita de noche las Confesiones de San Agustín de Hipona.
No cabe duda de que habiendo
introducido el tema del cristianismo, me podrán recordar que la limosna es algo
propio del mismo, pero yo les diré que una cosa es ser generoso y otra es dar
lo que nos sobra. La solidaridad es algo que habrá de ser útil cuando sea
sinónimo de compartir. En el caso del exitoso empresario propietario de
Inditex, no veo a una persona que pueda ser un ejemplo de ello. Sucede que para
la mayoría lo es y habrá de serlo, pues lo que realmente percibe la sociedad
española, mejor dicho, gran parte de la misma, es que es un hombre rico y eso
le convierte –creo que erróneamente- en un referente.
Harta ya el tema de que el
liderazgo de nuestra sociedad se impronte en personas que al cabo hacen de las
zonas grises del sistema y de la incapacidad o la interesada inacción de los
gobernantes, una verdadera ventaja. ¿He de recordarles que pleitesía se rinde a
jugadores de futbol que evaden impuestos o a políticos que lo han robado todo?.
Miren, yo agradezco de forma absolutamente sincera las donaciones del Señor
Amancio Ortega, de veras que me alegré cuando los mass media dieron la noticia de las mismas, no en balde el puto
cáncer cargó contra los míos, pero creo que corresponde otro tipo de acción
solidaria: empresas tributando al nivel que corresponde y salarios justos.
Permitan que insista, existe una
distancia enorme entre ser solidario y ser generoso. Ser solidario es compartir
lo mejor que se tiene o se es con aquellos que lo necesiten, por tanto no ha de
permitirse que la solidaridad se troque en limosna y humillación.
No es cierto que la envidia
provoque las críticas al Señor Ortega. El tema que a muchos nos indigna es que
un gobierno no se inquiete al ver que la
generosa actitud de una empresa privada nos explica sin tapujos el inicio de la quiebra del
Estado.
POLITICA ES MORAL
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