En declaraciones a la revista
deportiva Goal, Thomas Müller, el excepcional delantero del Bayer de Múnich, dijo: "Al
final lo que es decisivo es la calidad del jugador, pero creo que es importante
para el club, para su identidad y para los aficionados, tener un núcleo alemán
de jugadores de la casa. Tenemos que estar pendientes de ello".
Bien, quizás en estas
declaraciones no vean ustedes nada digno de ser reseñado. De hecho, es cierto
que Müller es tan solo un jugador de futbol, no es un digno y responsable gobernante
alemán, no es un pedagogo y tampoco un teórico de la economía mundial. Pero sin
duda alguna y precisamente por la propia realidad de nuestro tiempo, un tipo
que pega patadas a un balón es un indiscutible “líder” social.
Cuando la Canciller de Alemania,
la Señora Merkel, en un programa de televisión afirmó a una niña palestina
refugiada que “no podía hacer nada para
detener la deportación de sus padres y que si en Europa se dijese que todo el
mundo puede venir, se crearía una situación insostenible”, posiblemente
hablaba de un marco legal e incluso podría intuirse que el planteamiento tiene
una base socio-económica real. Pero hay algo más…
Ese aspecto adicional y larvado
se esconde en la sociedad de nuestro tiempo. Somos ricos en función de que
otros sean pobres, Occidente medra depredando a un tercer mundo que se valora
por sus recursos naturales y cuya población es, a todas luces, prescindible.
Esa es la realidad y no otra, no puede rebatirse el tema.
El miedo a la pobreza, a las
carencias, por parte de los ciudadanos de una sociedad obesa y obscena, hacen
que queramos mirar a otro lado, obviar las pesadillas y mantenernos en nuestros
falsos sueños encarnados en las grandes superficies comerciales y en el
endeudamiento familiar para adquirir teléfonos de última generación cuyo
componente más valioso es el coltán, mineral que cada día se cobra vidas en su
extracción.
Sin duda, llegados a este punto,
ustedes considerarán que soy un demagogo y que les estoy tocando las narices,
pues de nada tienen responsabilidad en lo expuesto. Cierto, pero mientras nos negamos
a pensar dos veces, la realidad sigue ahí afuera y millonarios toca pelotas vocean
las directrices de los poderes fácticos europeos contaminando de ideología un
aspecto social y muy relevante que se llama deporte.
No pueden imaginar cómo me
acojonó leer “para su identidad y para
los aficionados, tener un núcleo alemán de jugadores de la casa”. Estoy harto,
muy harto de observar que los “ismos” del pasado regresan y ganan plaza. Europa
camina hacia el futuro olvidando su pasado y como dice el refrán, quien siembra
vientos recoge tempestades. No aprendemos nada, está visto. Cerrando nuestra
conciencia nos abocamos a la barbarie. Las banderas serán, como en tantos
momentos de nuestra historia, nuestro sudario.
Las verdaderas opiniones se
mantienen silentes y las revestimos de prudencia, pero el pensamiento configura
el lenguaje. Las declaraciones de Müller son mucho más que palabras, son armas
arrojadizas de nuestro miedo...
Por mi parte, lo que desearía, es
que este tedesco de los cojones tenga una temporada nefasta y que sentado en el
banquillo, vea las filigranas de sus compañeros no alemanes mientras se le
pudre la lengua deseando decir que añora aquello de un reich, un pueblo y un füher.
POLITICA ES MORAL