Hace ya mucho tiempo que renuncio
al encuentro con las letras que siempre supieron concretar mi opinión. Creo que
el miedo me ha atrincherado frente a las preguntas, respuestas y opiniones de
tantos que considero amigos y familia. En cualquier caso, nobleza obliga y
corresponde decir lo que se piensa y aceptar las más que seguras pérdidas.
Siempre he afirmado y afirmo que
soy español viejo y catalán a todas luces, pero ¿qué significa eso realmente?.
Asevero que se trata de una hermosa realidad, pues siempre crecí en el
convencimiento de que las diferencias son sinónimo de riqueza y que en ellas germina
el progreso. Sencilla fue en mi casa la reflexión: contraponer ideas siempre
genera oportunidades nuevas.
Bien, no es el caso. Jovellanos
-ya en el siglo XVIII- afirmó que para los ignorantes, la tierra tan sólo genera
malezas y matojos. Ahí precisamente radica la causa que nos hace vivir en este
enorme y amargo silencio: la incultura orgullosa de tantas y tantas gentes. Por
razones que ahora descubrimos, la política que pareció generosa en nuestra
transición nos ha llevado a despreciar todo lo que desconocemos y a remedar
nuestra propia desgracia machacando a otros. Duele pensarlo y mucho más escribirlo, pero la
verdad es el único camino si deseamos arreglar las cosas.
¿Qué lleva a un ciudadano que
sobrevive con un sueldo de miseria a salvar su existencia en base a una
realidad superior a la que denomina patria?. No lo sé, pero de lo que si estoy
convencido es que las almas se han hecho pequeñas y que el miedo está haciendo
cómoda la miseria. ¿A qué obedece que
cuando uno se impone la necesidad de informar en conciencia sobre lo que sucede
en Cataluña, los interlocutores le consideren su enemigo?. Ya no hay lugar a la opinión basada en datos,
ya no es posible reconvenir los mensajes llenos de noticias falsas, ya se ha
impuesto una ignorancia activa que además está dispuesta a admirarse sin rubor
alguno. En resumen, en mi país, disfrutando de la escolarización plena que soñamos
en la República, la masa social es más feliz con el desconocimiento que con el
saber.
En cualquier caso, uno podría
lidiar con la idea de que aquellos que no saben incurran en repetidos errores,
pero ¿cómo hemos de categorizar a aquellos que si saben y conocen pero siguen
mintiendo?. Aquí está el enemigo, aquí está el frente de nuestro tiempo: el
fascismo resucita embozado tras un rostro amable y así es aceptado incluso por
los más pobres. Es tan sencillo el mensaje de la derecha en España, que nadie se
exige distinguir entre lo que necesita demostración y lo que no la necesita. Es
la mayor de las derrotas, sin lugar a dudas.
Demasiada gente habla repitiendo
datos asquerosamente falsos. Personas que como loros, repiten lo que con tesón
les repiten los salvadores de la sacrosanta España., se sienten orgullosos y
completos cuando no tienen nada tangible entre las manos. Y la ignorancia
crece, crece como una mala hierba en el camino. Encajemos la evidencia, en ninguna época de mi país se ha podido saber mejor
que ahora que habría de significar ser español. Pero en verdad, nunca se ha
sabido menos qué somos.
Regresó la mula al trigo: dos
Españas, una encarnada por la nueva CEDA 2.0 y otra por un Frente Popular que
perdió su espíritu en un lejano proceso constituyente en el que vendió el alma
al diablo.
No me gusta lo que veo al frente,
pero me horroriza lo que estando a mi espalda, pretende salvarme. Llegados a
este punto tan solo nos queda batirnos: seguiremos –aunque nadie escuche-
haciendo pedagogía.
POLITICA ES MORAL
No hay comentarios:
Publicar un comentario