Tras los resultados de las elecciones del
25-N, unos de los aspectos que sin duda requieren mayor atención y análisis son el presente y el futuro del PSC.
No tan solo estaremos haciendo una valoración
de la representación de un partido orgánico y tradicional, nos daremos cuenta
de que el PSC se configuró, desde su fundación en 1978, en un espacio
compartido entre las dos realidades de la ciudadanía de Catalunya (la de los
inmigrantes y la de los catalanes de apellido reconocible). Es importante, a
pesar de la actual deriva, observar que el PSC se forjó el reconocimiento de
partido realmente transversal. El colectivo obrero, la burguesía profesional y
la intelectualidad supieron converger en un modelo de convivencia que desembocó
en un esperanzador modelo de país.
Subyace una pregunta que ya resulta vieja:
¿qué ha provocado que el socialismo
catalán deje de ser la casa común de una amplia mayoría social?. Bueno, poco a
poco dejó de mirar la realidad de la ciudadanía y se centró en el mantenimiento
de sus propias estructuras, por otra parte muy amplias, dados sus resultados
electorales a lo largo de los años. Curiosamente, un partido con una fuerza
enorme en los municipios del área metropolitana de Barcelona, ha ido diluyendo su
presencia en el resto del territorio de Catalunya y ha visto como perdía votos
en sus tradicionales feudos. A río revuelto ganancia de pescadores…
Ahora, empujados por la crisis y observadores
de la inoperancia de los que consideraban como “los suyos”, los votantes del
PSC han optado por opciones políticas que están generando antagonismos y en
consecuencia, conflictos que parecían no existir. Huelga decir que esta
situación pone en jaque a una ejecutiva que deberá hacer un trabajo ímprobo
para tornar a ser creíble.
Recuperar la representatividad de un amplio
espectro social, pasa por la consecución de una real democracia interna en el
partido, por asegurar que las propuestas sean incluyentes y en una verdadera
labor de acercamiento a la realidad social. El PSC no puede seguir interpretando
su papel según el momento, debe ser un referente claro, firme y alejado de
cualquier posición oligárquica y opaca.
Recuerdo la novela “El heredero” de Prudenci
Bertrana. En ella se narraba la historia de Inocencio Aspriu, hijo de una
familia acomodada que tras recibir su herencia, se ve obligado a vender casa y
fincas para pagar la hipoteca existente sobre ellas y el desastre producido por
un incendio en sus terrenos forestales. Seguro que se dan cuenta del
paralelismo, Pere Navarro es el nuevo heredero y el incendio ha quemado las
ramas del bosque socialista, sus militantes y votantes.
El PSC debe entender que ya no puede seguir
viviendo de las rentas. Ahora, aparentar tiene más letras que ser…
POLITICA ES MORAL
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