Cartagena: monte sin leña, mar
sin 'pescao', mujeres putas y niños 'maleducaos'…
Si algún pisaverde se me tomase
la libertad de recurrir a semejante hijoputada en mi presencia, no lo duden, le
partiría gustosamente la cara. Nadie ha de venir de fuera a tocar los bemoles a
los de casa. En cualquier caso, los que somos de Cartago Nova, tenemos derecho
bien ganado a poner a la familia en su sitio.
No sé demasiado bien como acometer
la descripción de lo que pasa en la cuna de Carmen Conde. Me doy cuenta de que
la incultura es protagonista en las calles y en las virtuales plazas de
internet. Uno prefiere pensar que se significan unos pocos y que estos son muy
ruidosos, pero pasan los meses sumando años y la joya de mi particular corona
de está convirtiendo en un acantonamiento de fascistas carpetovetónicos y
enfermizamente orgullosos.
Miren, en España involucionamos,
no hemos conseguido normalizar nuestra endémica necesidad de jodernos el alma
unos a otros. De hecho, la impunidad de la que disfrutó el aparato de la
dictadura a la llegada de nuestra Democracia, ha permitido que el virus del
falso patriotismo se conservase incólume a la espera de infectarnos de nuevo.
La cosa es como es, la proclama patria pareciera curar todos los males y
mientras, por nuestra madre la bandera, seguimos votando a hideputas que nos
han robado hasta el aliento. ¡Copón bendito!, que la derecha más reaccionaria acuse
de revanchistas a aquellos que reclaman retornar el honor a los caídos en la
represión franquista es, cuando menos, un sinsentido y cuando más, una
indecencia.
El pasado 18 de julio, la Policía
Local de Cartagena realizó una actuación en la que localizó un grupo de extrema
derecha que pretendía ensalzar el golpe militar de 1936. Exhibiendo la bandera
pre-constitucional, fueron invitados a abstenerse de mostrarla y así fue como
unos fascistas de nuevo cuyo pero de tradicional demagogia, apeló a la libertad
de expresión para no deponer su actitud. Los agentes actuaron con pulcritud,
pero a pesar de ello, para los que sufren de veleidades de salva patrias, el
honorable cuerpo es ahora un vertedero de apátridas.
He sufrido con la lectura de los
insultos y descalificaciones dedicados a unos funcionarios públicos cuya
vocación el servir y proteger a todos los cartageneros. Personajes montaraces
que en sus perfiles tienen un altar repleto de iconografía nacional-católica
han llamado a somatén e incluso se han permitido amenazar al Consistorio con
denunciar a la policía. Lo dicho, los zorros encumbrados en defensores del
gallinero.
Cuando algunos ciudadanos han
apelado a la calma y reclamado respeto, los nuevos pelayos (algunos demasiado
jóvenes para saber lo que fue la dictadura) les han retado a encontrarse en la
calle para poner las cosas en su sitio. Ya lo ven, machotes y machotas
dispuestos a todo por salvar algo que no saben ni lo que es ni lo que significa. A la que olían a moderación, lo inmediato era
definir al interlocutor como rojo podemita, traidor a España y adornar el tema
con una mezcolanza de insultos que me permitiré no reproducir.
La violencia verbal de estas
gentes es insondable, el epíteto de rojo como sinónimo de alimaña y el ultraje
al término patria es, para estos incapaces
la esencia de su insustancial vida. Además, lo peor de todo es observar
que sus posiciones numantinas son fruto de una más que evidente incultura a todo
nivel. Me llamó la atención que recriminasen la presencia de banderas
republicanas en las calles en otras ocasiones y pueden creerme, uno podría
aceptar la equidistancia entre la rojigualda y la tricolor, pero aquí hablamos
de algo más profundo y relevante, aquí hablamos de ensalzar un régimen fascista
inadmisible para la memoria de cualquier pueblo. ¿Qué duró mucho tiempo?, ¿qué
todo era mejor entonces?, miren, no me obliguen a recordarles a Labordeta…
Bueno, en el fragor de
apreciaciones y respuestas en el ágora virtual, apareció, como no, Cataluña.
Nombrada la bicha, los herederos de la verdadera España empezaron a acusar a
los que defendían la actuación de los municipales de traidores. Si se retiraba
la bandera con el águila de San Juan, debían quemarse todas las banderas
esteladas. Vale, Huston, tenemos un problema, es cierto. En cualquier caso,
hagamos el favor de no mezclar churras con merinas. Uno se mea de la risa
cuando escucha decir a los ultras cartageneros que ellos no se meten con nadie,
que tan solo son verdaderos patriotas y que los protagonistas del incidente tan
solo asistían a un acto de conmemoración del día del alzamiento.
Apesadumbrados, estos ejemplares ciudadanos, decían tener derecho a pasearse
con su propia bandera, que no correspondía denominarla como preconstitucional
atendiendo a que el escudo del Águila de San Juan se encuentra estampado en la
primera edición de la Constitución Española. No hay más preguntas Señoría.
También, personalidades de
reputada trayectoria, afirmaron que cuando salen a la calle los de extrema
izquierda a liarla, la cosa no es noticia y que los policías –siendo según
ellos todos podemitas- se inhibían con gusto. Acusaban a la Policía Local de
provocar enfrenamiento al publicar en su página corporativa la actuación.
Decían que de ser rojos los abanderados no hubiesen hecho nada y que ello
demuestra que tienen intereses oscuros e izquierdosos. Volviendo una y otra vez
con la mula al trigo, uno de los protagonistas del incidente (así lo
proclamaba) insistió en dejar clarinete que no era no extrema derecha ni de
extrema izquierda, simplemente era un patriota que venía de la celebración de
un motivo histórico. Efectivamente, uno no puede negar la mayor, celebraban un
levantamiento militar contra la legalidad Española de 1936. Lo dicho, ni
puñetera idea el prócer. Otros palmeros, enardecidos por el gran argumento
rompieron bravos y gritaron un apasionado Avanti camaradas. Épico, ya lo ven.
El victimismo, en gente cargada
de odio es un fenómeno curioso. Fueron legión los que acusaban a las
autoridades de persecución y barruntaban todos los males para los policías y el
ayuntamiento cuando se les acabase la protección y la impunidad. Podrán
imaginar que ya me vi a unos cuantos héroes sacando a pasear a los traidores a
España. Excepcional resultó leer a un sabio hacer paralelismo entre la Policía
y los comisarios políticos del Frente Popular (el magister confunde la
pertenencia de los mismos). Acusó a la institución de perseguir todo lo que no
huela a “marxismo cultural”, con la clara voluntad de mantener al pueblo
agilipollado y engañado. La traca final la puso un mílite en ciernes con una
verdad absoluta: definió a la policía como perros del sistema y afirmó que el
hecho de llevar uniforme no les exime de ser unos rastreros a las órdenes de
los amigos de los terroristas que odian a su patria. Ahí queda eso.
Abandono el puente con lo más
impactante que aportó la noticia publicada. Un cartagenero de pro, en plenitud
de sus facultades mentales, afirmó sin empacharse que no puede compararse la
extrema derecha con Hitler, pues el führer era de extrema izquierda socialista.
En nada me bajo para el Campo de
Cartagena, ya les iré comentando. Por cierto, todo mi respeto y reconocimiento
a la Policía Local de mi amada ciudad. Una institución con una indudable y
demostrada voluntad de servicio a todos los cartageneros sin discriminación
alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra
condición o circunstancia personal o social.
POLITICA ES MORAL