"Mucha
buena gente que sería incapaz de robarnos el dinero, nos roba sin escrúpulo
alguno el tiempo que necesitamos para ganarlo." Jacinto Benavente.
Uno de los “vecinos de desayuno” introdujo una opinión (al cabo
se trataba de una pregunta) sobre el destino de la tributación de su negocio.
Habiendo cerrado el último trimestre del ejercicio 2013, por extraño que
parezca, no se lamentaba de lo que debia liquidar a la hacienda pública.
Argumentaba que por su parte, “cuanto más pagamos más contentos estamos” ya que
eso significaba que la empresa funcionaba, pero incidia en los problemas que
cualquier administración parece poner a la puesta en marcha de aventuras
empresariales, o al mantenimiento de sociedades o autónomos ya en activo. Pretendia saber lo que con los
impuestos pagados, nuestros políticos y albaceas hacían...
Me elevé en un discurso que llenó mi boca no de tostadas, si no de
teoria bienintencionada y vana como más tarde puedo demostrarse. Apelé al
compromiso de todos hacia el sostenimiento de los servicios sociales, en
definitiva de la tan necesaria “sociedad del bienestar”. Silencio...
Una sonrisa amarga en los rostros y finalmente intervención de quien
abrió el llamémosle debate: “Vale, si, te compro el argumento. Pero..., ¿no
crees que lo que pagamos no beneficia a nadie y tan solo sirve para pagar
privilegios de los que mandan y liquidar la deuda que ellos mismos nos han
provocado?”.
Sinceramente, quizás debí forzar un poco más la conversación, quizás
debí quemar los barcos, pero me deberán perdonar, me pedí otro cortado...
POLITICA ES MORAL