lunes, 27 de febrero de 2017

LOS ÚLTIMOS MOHICANOS DE TRUMP


Una expresión de la cultura nativa norteamericana afirma que a los hombres se nos recordará por las huellas que dejemos. Bien, me permito añadir que esas huellas son hondas, fruto de caminos recorridos de forma errónea.  El reconocer nuestra sinrazón será la única vía para un futuro justo y en armonía con un planeta que –no lo olvidemos- no nos pertenece.

Hace poco tiempo volví a ver -por enésima vez- la película “El Último Mohicano” de Michael Mann. La película se basa en la archiconocida y apasionante novela del mismo nombre, cuyo autor fue James Fenimore Cooper. Corresponde poner hoy en valor que la película es una adaptación de la trama literaria y que no restando la falta de fidelidad al libro, brillantez al resultado, viene al pelo para dotar de historia y escenario a la actualidad de Norteamérica.

Miren, en la película, un Gran Jefe de la Nación Hurón (en el libro Delaware) afirma lo siguiente: Cuando el hombre blanco llegó, la noche entro con él en nuestro futuro. La pregunta que siempre se ha hecho el Consejo de la tribu es, ¿qué corresponde a las naciones indias?. Bien, frente a las buenas intenciones de otros personajes de la novela, el único que se ajusta a la realidad y entiende el juego en su totalidad, es el supuesto villano de la historia. El malvado Magua, un Jefe de Guerra, muestra una claridad de ideas que de haberse impuesto a la mentalidad tribal existente, hubiese escrito otra historia para lo que conocemos como Estados Unidos.

El indio que se nos muestra como un desalmado es quien recoge las mejores opciones para los nativos americanos  y las expone sin tapujos. Colaborador de los franceses contra Inglaterra, Magua explica que sus victorias también provocan temor en sus aliados y que eso es bueno. Propone imponer nuevas condiciones de comercio con Francia, diseña el sometimiento de las tribus que colaboran con los británicos, establece la necesidad de comerciar con oro y finalmente deja claro que entendiendo la ambición de los colonos blancos, las naciones indias serán tan fuertes como ellos. Es evidente que esta tesis no se impuso y las consecuencias han sido explicadas y falseadas, a partes iguales por la imperante moral anglosajona de los estadounidenses. De hecho, el  fruto de sus propias contradicciones se observa en que voten opciones como las que representa Donald Trump.

Una vez más, el hombre blanco desea más riquezas y no duda en utilizar la fuerza contra sus compatriotas indios y contra la propia salud de la nación. En Dakota del Norte, la nueva administración presidencial está ejerciendo una presión armada contra la población Sioux -para nada disimulada- en aras de pacificar la zona por la que ha de discurrir un oleoducto. Órdenes ejecutivas contra poblaciones enteras y contra la tierra que estas habitan, describen el salvajismo del pasado. Una bestialidad que sigue viva en la mentalidad de los soberbios herederos de los incultos y desesperados colonos que hollaron la costa este de Norteamérica a principios del Siglo XVII. Aquellos que buscaban un nuevo futuro en un nuevo mundo, reprodujeron la tiranía que la vieja Europa ejerció contra ellos. 

Me entristece recordar hoy la matanza de Wounded Knee de 1890 en la que se masacró a más de trescientos indios lakota (incluidos mujeres y nños) sin miramiento alguno,  en aras de las leyes federales.  Traigo el tema al presente, pues en febrero de 1973, en el mismo lugar, la nación sioux mantuvo en jaque, durante más de dos meses al ejército y al FBI. Su revuelta acarreó encarcelamientos, pero también mantuvo incólume la auto-gestión sioux de la reserva.

Bien, los ocho años de Barack Obama al frente del Imperio de nuestro tiempo, parecieron establecer correspondencias más justas entre los diferentes actores de la ciudadanía, pero todo ha sido un espejismo: siempre regresa el Séptimo de Caballería para salvar a los cautivos de los salvajes y recuperar las propiedades perdidas. En fin, John Wayne mola, pero cuando converso con mis amigos sobre el cine del Oeste (han de saber que me apasiona), siempre saco a colación a Magua y hago entender a quienes tienen la bondad de escucharme, que se trata de un gran personaje, un  tipo con los bemoles bien puestos y tan hábil con el cerebro como con el tomahawk .

Los yankees, en su totalidad, fueron heridos en Wounded Knee, pues rompieron siempre sus promesas, aniquilaron pueblos enteros y aún hoy no se han dado cuenta que siempre habrán otras naciones capaces de cortarles la cabellera.

POLITICA ES MORAL

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