lunes, 6 de febrero de 2017

IDEAS, CONDUCTAS Y MI NO.




¿Habrá que volver a recordar que la ley no persigue ideas sino conductas? , esta frase corresponde a Antonio Casado y en la misma se puede construir la herramienta que acabe por reparar la fractura entre el Estado y Cataluña.

Nos explicaba el mismo Casado que Carles Puigdemont abriría la jornada de hoy –el día del juicio a Artur Mas, Joana Ortega e Irene Rigau- con una declaración institucional de apoyo a los encausados. Considera el periodista que se trata, en su opinión, de “una prueba más de que este pulso al Estado ha devenido absurdo, surrealista, cansino y agobiante”. Miren, le compro la parte y el todo, hago mía la crítica a la conducta de aquellos que nos gobiernan, pero introduzco una variable que siempre se soslaya: aquí la están cagando los que mandan en Cataluña y en España.

Esto ya está inflando las narices a los ciudadanos en general y ¿saben?, atendiendo a que la cosa es una problemática real, mejor sería acabar con la disputa y suceda lo que suceda, tras la cirugía reparadora, cada mochuelo a su olivo si sucede por la noche o de pasar de día, cada oveja a su corral. Aquí sucede que llevando la disputa a la consulta, saldría un no como una casa y la bilis se envasaría otra vez y retomaríamos la calma que nos hiciese centrarnos en la realidad. Se, mejor dicho, intuyo, que se pondrán los hijos de cada cuerda como basiliscos, pero este cuestionado equidistante empieza a sustituir la preocupación por el miedo a que lleguemos a las manos. Ergo corresponde ser valiente y dejar las tonterías a un lado.

En Cataluña se juega el sentido del Estado Español y atendiendo a que las posiciones se están radicalizando, mejor dejar de proteger las corrupciones de una y otra orilla y buscar una acción valiente que ponga a todos y cada uno en su lugar. Los llamados unionistas perseveran en la idea de que España y su legalidad no pueden plegarse a unos catalanes que nunca están satisfechos se les ceda lo que se les ceda, pero pudiendo hacer propia la valoración, la cosa nos quema en las manos, nos guste o no.

Me tienen amigos y conocidos la cabeza como un bombo. Los que hablan de la indivisibilidad de España dicen que por sus cojones unidos y los secesionistas de la estelada dicen que mejor solos, que juntos nos vamos a comer los mocos. Yo siempre digo lo mismo, aquí las élites extractivas de las dos orillas se tapan las vergüenzas con unos trapos que llamamos banderas. Mientras, los ciudadanos que siempre pagan las fiestas, desesperados por sus carencias cargan contra “los otros” -que según se les explica- son los que les joden el futuro.

Bien, siempre he aspirado a un Estado fuerte y justo, consciente de que nuestra diversidad es una riqueza y como tal debe ser apreciada. Lo he reflexionado hasta desgañitarme, aquí esa diversidad ha hecho que la cosa se tuerza cuando la crisis se ha comido a las gentes y ahora, cagando las consecuencias, huele tanto la mierda que toca azuzar a las gallinas para que se protejan las zorras. ¿Me dirán que no?, la crisis hace que la gente este de peor humor, más crispada y más a la defensiva, de hecho en los tiempos en que a todos nos iba mejor no había tanta confrontación. Por mi parte, procuro expresar pese al desánimo, mis  mejores deseos para el futuro, esperando que las actuales tensiones sociales queden en palabras y no se repitan desagradables episodios históricos pasados. Lo que nos sucede es la teoría denominada del gallinero: mientras la ratio de espacio por animal es alta y no falta el pienso, las aves ni tan siquiera cacarean, pero cuando se las somete a la aglomeración y al hambre, se destrozan entre ellas.

Miren, es apasionante la labor - en Cataluña y España- de separar la paja del trigo y he de decirles que habitan entre nosotros mentes prodigiosas. Estas coinciden siempre en afirmar que se veía venir que la crisis haría aflorar el animal que todos llevamos dentro y que la expresión máxima de esa situación se vería reflejada en cuestiones territoriales e identitarias: ¿no les parece familiar la cosa?.

En nuestro pasado reciente, en el último cuarto del Siglo XX, la rabia, la desesperación, las luchas sociales en definitiva, se traducían en manifestaciones y reivindicaciones visibles y vehementes. Así conseguimos entre todos un país que apuntaba a un mejor futuro tras la noche de la dictadura. Ahora descargamos bilis frente a un enemigo necesario para justificar nuestros fracasos y pareciendo hacer algo, nada provechoso nos sucede y sí perdemos las opciones de preservar la sociedad de bienestar. ¿Lo ven?, esto de las identidades es una droga de diseño eficaz y barata, muy barata.

Si han llegado hasta aquí, muchos de ustedes dirán que no me mojo por nadie. Yo les digo que nones, que me mojo tanto que me mojo por todos. Les retomo lo dicho por Antonio Casado y les digo que  partiendo de la inapelable idea de que deben reprimirse conductas y no ideas, corresponde acabar con esta milonga de una puñetera vez. ¿Qué como se hace eso?, es evidente amigos, eso se hace votando. Fabulo con el día después a las urnas y veo una España regenerada que se dedique a trincar a los que lo robaron todo de Finisterre a Gata y que  tras encerrarlos bajo siete llaves, iniciase un proceso constituyente que nos regresase al honor de ser españoles.

Por cierto, quizás no se lo pregunten, pero me place el decírselo. Yo votaría NO a la independencia, ya lo hice el 9 de noviembre y ¿saben?, no me pasó nada.

POLITICA ES MORAL

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