martes, 14 de febrero de 2017

GALIPOLLAS CON A.


Miren, el tiempo pasa para todos y la cosa es inapelable, pero me voy a tirar al monte y les diré que a los que mejor les sienta cronos es a los galipollas con a.

Hace ya demasiados años fui socio del Teatre LLiure y del Teatre Romea de Barcelona, ciudad en la que nací y viví hasta hace veinte años. Bien, en aquellas suntuosas programaciones, destacaban las obras francesas (probablemente gracias al prestigiado actor Josep María Flotats formado en la Comédie-Française) y en concreto aquellas cuya autoría correspondía a  Jean-Baptiste Poquelin, conocido por todos como Molière. Obras como el Enfermo Imaginario, El Avaro, Tartufo, El Misántropo y tantas otras, me hicieron disfrutar de unas preciosistas puestas en escena, pero por encima de ello, me ayudaron a entender que el mundo, queridos amigos, es de los idiotas.

Quisiera poner el valor una frase del mismo Moliere que –a mi criterio- define de forma excepcional su abundante y trascendente obra: las personas no están jamás tan cerca de la estupidez como cuando se creen sabias. Miren, uno no deja de ver como “poco amigos”  a los que nos vencieron en Rocroi, pero hoy me permito hinchar pecho y gritar ¡vive la France!, que en ocasiones uno se pone apátrida y piensa que los del parque de Monteleón pudieron quedarse tranquilitos el famoso dos de mayo, esto hubiese sido territorio del Imperio Corso y otro gallo nos cantaría…

Bien, les decía que no hay nada más penoso que un campo en barbecho que pretenda venderse como un vergel de frutales bien colmados de cosecha. Eso pasa en la política en cada ciudad y pueblo de España. ¿No me siguen el hilo?, pues esperen una miajita y verán de que va el tema. Trato de explicarles lo que ya hace mucho tiempo definió Vladímir Ilich Uliánov, alias Lenin como “los tontos útiles”. Esa masa que bien especiada otorga validez a las propuestas cocinadas por personas bien preparadas y que saben fehacientemente (la historia así lo demuestra) que de hacer que el rebaño se las trague, el negocio dará pingües beneficios para sus bolsillos.

Me he retraído al primer cuarto de siglo XX y ahora me espabilo para regresar al presente. En 2011 o 2012, Xavier Marín un histórico del Partit del Socialistes de Catalunya (PSC) describió de forma magistral una realidad asquerosa y emponzoñada de su partido pero que bien puede aplicarse a todos los que componen el espectro ideológico de nuestro país. Decía el fino estilista que en los partidos coexisten bienintencionados ideólogos, los políticos vocacionales y los oportunistas por fracaso profesional o por incapacidad manifiesta de buscarse el forraje por su cuenta y esfuerzo. Afirmaba Marín que estos últimos presentan un nivel paupérrimo y que gracias a ser capaces de matar por no perder el chollo de calentar su silla, hacen lo que haga falta para que los que mandan les permitan seguir oliéndoles el culo.

No se me alteren que así estamos y punto pelota. ¿No lo ven?, en los congresos de cualquier sigla, son los menos preparados los más fieles, pues saben que para medrar han de someterse al amo. ¿Consecuencia?, por todos es sabida: se reproducen los ladrones, se desnaturaliza la ideología y los partidos dejan de ser eso y se convierten en sociedades anónimas. ¿Habrán de atreverse a decirme que no?, lo sabía, no hay bemoles en sus filas.

Corresponde que regrese al principio de la reflexión, pues les hablaba de los estúpidos que se creen listos. Viven entre nosotros y habiendo recibido por sus amos tantos parabienes por ser útiles a sus designios, se atreven a dar lecciones magistrales los muy galipollas. Por cierto, sepan que en mi tierra cambiamos la i por la a pues es mejor ver a un tonto el primero de la fila para así poder reaccionar a tiempo cuando pretende ser maestro, siendo en verdad un galeote cualquiera.

POLITICA ES MORAL

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