domingo, 5 de febrero de 2017

AZÚA, EL APRENDIZ D´ANNUNZIO.


El hombre que siempre va conmigo es un sabio. Esa es luz y su carga, pues cuando alumbra la verdad, lo que sucede es que aparecen los monstruos.

Hace ya demasiados años que me indica y afirma, que el gran fracaso de esto que llamamos nuestra España, es el café para todos que los malos camareros le sirvieron a todo el mundo. Tras el exilio de la dignidad durante la dictadura, volver con la frente marchita hubo de parecer una trampa que nos hiciese presos de la esperanza de una nueva realidad.  Ahora sabemos que todo fue una farsa para que el franquismo se reinventase en una amable fachada y para eso, sin duda, se repartió alpiste. Así, llenándonos el buche y drogándonos el seso, acabamos disfrutando de la gran fiesta y se consiguió que cuando se nos guiñaba un ojo, mirásemos a otro lado.

¿Era necesario un galimatías de 17 comunidades y dos ciudades autónomas?. Es probable que afirmen ustedes que no y yo mostraría mi acuerdo con la cosa, pero la realidad fue y es muy pero que muy distinta. ¿Recuerdan aquello de que los árboles no permiten ver el bosque?, pues ahí debemos empezar a entender el plan que supuso la España de la Autonomías. ¿Qué hay descontento en algunos territorios?, ahí va una autonomía. ¿Qué no puede hacerse una Ley de Punto Final para que se paguen los crímenes del franquismo?, pues échale a los díscolos una autonomía. ¿Qué las siempre hambrientas élites económicas necesitaban seguir en su línea?, pues vayan desfilando legiones de políticos que les sepan arreglar las cosas para que puedan seguir comiendo. ¿No lo ven?, esto ha sido un gran circo y es evidente que nos han sabido entretener.

Bien, les hablaba de los monstruos que descubre la luz, ¿recuerdan?. La cosa es que hoy he visto a uno de ellos y sabiendo cómo se del mismo y habiendo leído sus letras, me asusta y mucho que se siente en la H de la Real Academia de la Lengua Española. Les hablo de Félix de Azúa un literato empoderado en salvador de la patria cuando en realidad –a mi me lo parece- es un hombre que mamó soberbia y no viéndose respetado se presta muy fácilmente a decir estupideces.

Desde la dignidad no merecida que le otorga la Real  Academia se cree el muy  felón un D'Annunzio español y se está prestando a ser la base cultural que justifique nuestro regreso al pasado. Proclama a todos los vientos, el autor del libro “Historia de un idiota contada por él mismo”, que hay que aplicar el Artículo 155 de la Constitución. Explica con mucho cultismo que debe acabarse con las garantías constitucionales para acabar con el independentismo catalán. Bien, pongamos que Cataluña es el coco, pero no se queda aquí el muy orate: pretende que ese sea el primer paso para acabar de un plumazo con el Estado de las Autonomías.

Acojona el discurso, un fascista se basa en la Democracia para reinstaurar la dictadura. Tendencia cada vez más visible, como no vigilemos y estemos dispuestos a repartir a dos manos con la legalidad de todos y no con la que leen unos pocos, veremos que la pluma también es peligrosa cuando las mentes enfermas las esgrimen para curar sus impotencias.

Les he citado un libro del señor Azúa que contaba la historia de un idiota, han de saber ustedes que se trata de una biografía aunque se haya pretendido hacer pasar por una reflexión mancomunada. La soberbia de este académico roza el absurdo y diríase que cuando se mira al espejo es capaz de declararse a si mismo amor eterno. Les pondré unos ejemplos que les deberían escandalizar, pero si ello no sucede es que mejor que no nos encontremos para hablar. Sin duda serán ustedes unos reaccionarios que canten aleluya cuando por la tele aparece Donald Trump.

Atendiendo al genial autor deberá saberse esto: “los padres destrozan a sus hijos haciéndoles felices; los amantes se destrozan entre sí haciéndose felices; los sabios se mantienen en una rigurosa ignorancia con el fin de hacer felices a los humanos; los poderosos explotan a los débiles para facilitarles la felicidad; y los artistas chapotean en ese delirio obsceno, buscando fragmentos en el mar de sangre, para exhibirlos en el museo con un cartelito que lleve su nombre”. ¿Lo ven?, sin pretender ser sincero Don Félix quiere carteles sin que le importe el precio.

Dejar clara esa aspiración -para mí obscena- se concreta en otra idea de la misma obra: “ganar dinero es la gran excusa metafísica que ayuda a soportar los más abrumadores tedios”. Me encantan esos seres que por algún motivo que les marcó la infancia, andan cobrando facturas de aquellos que un día parecieron ofenderles. Félix de Azúa es un síntoma de la enfermedad que postrará a España, se llama fascismo y cuando el mismo llega a habitar los libros, según nuestra tradición más decimonónica que llegó al Siglo XX, no queda más que tomar el camino del exilio o acomodarse en un  paredón al amanecer.

POLITICA ES MORAL

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