jueves, 25 de octubre de 2012

LA COCINA GALLEGA



Sorprenderse, extrañarse, es comenzar a entender. José Ortega y Gasset

Quien suscribe estas líneas no se sorprendió de los resultados electorales en las Elecciones Autonómicas Gallegas del pasado domingo. Hace años que me considero un poco celta.

El tópico les puede llevar a error y hacerles pensar que el gallego medio no tiene criterio, que no está preparado, que no ve más allá de su “terruño”…, se equivocarían. La realidad es mucho más pragmática.

Galicia en realidad tiene dos caras: la urbana y la rural. La primera se identifica con Inditex, con la industria conservera, con Adolfo Domínguez, la Universidad  y se muestra aperturista. La segunda se rige  por criterios propios del siglo XIX y para entenderla les aconsejo se presten a leer una obra insigne de las letras españolas: Los gozos y las sombras de Gonzalo Torrente Ballester. Es un crudo retrato de la sociedad gallega previa a la Guerra Civil. Un profundo análisis de las características de esta y de su paso del XIX al capitalismo, en el que todo cambia para que  todo siga igual.

Los resultados electorales siempre se ven condicionados por el voto rural y este siempre ha tenido un precio. La sociedad tradicional gallega es clientelista y funciona en base a criterios propios de las sociedades feudales. El “señor” de cada “concello” (ayuntamiento) acapara un poder que le permite dar y quitar prebendas. Aquellos ciudadanos que se acercan al gobierno local reciben beneficios que más tarde deberán retornar en forma de votos y servicios. De no aceptar este pseudo contrato social, hasta hace poco, la única salida era emigrar…

Lo descrito anteriormente configura las relaciones sociales gallegas desde hace siglos. No basta con actuar formalmente, hace falta un cambio generacional y este es difícil ya que la juventud ha ido marchándose al exterior en busca de oportunidades de futuro.

En resumen, el voto rural es un voto cautivo, agradecido y práctico. En base a él, votante y electo consiguen un equilibrio perfecto. Insisto, no piensen que el gallego se auto-engaña, el gallego sabe gestionarse muy bien…

La política gallega se describe en base a la cocina de la zona. El marisco es el embajador en el exterior, pero el “pulpo a feira” se prepara excepcionalmente en las zonas rurales y acompañado por cachelos (patatas hervidas).

Por cierto, permítanme insistir, los gallegos son gente capaz. Todos los que han emigrado han sabido encontrar los medios de vida que no encontraron en su tierra. Se han integrado social y políticamente y no se han visto obligados a ser “prácticos”. Todos los que se marcharon de casa eran gente orgullosa que siempre añoran su tierra pero que rechazan a sus gobernantes.

En palabras de un amigo natural de Orense: “entendí lo que pasaba en mi pueblo cuando me marché de él”…

 POLITICA ES MORAL

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