domingo, 9 de octubre de 2011

POLITICA E INMIGRACION

                              

En un entorno económico nefasto, una de las reacciones sociales más visibles ha sido el rechazo a la inmigración.

El estado español ha recibido una gran cantidad de población extranjera. Su procedencia es plural (Sudamérica, africa, países del este de Europa…) y esta pluralidad provoca sin ninguna duda la necesidad de políticas de gestión social nuevas y creativas…

No podemos pensar que la única respuesta al “problema” de la inmigración sea poner muros entre las comunidades de acogida y los nuevos ciudadanos. Muy al contrario, la labor de las sociedades de acogida es hacer una política con sentido económico que reconozca que las personas son seres humanos.

La cuestión es cómo gestionar los cambios sociales que provoca  una masa social amplia con culturas diferentes. Debemos asumir que el ascenso de la población inmigrante empezará a decidir elecciones…

En base a esta realidad inapelable, hagámonos una pregunta: ¿hemos de aceptar la creación de “guetos” sociales, o por el contario debemos llevar a las nuevos ciudadanos a la incorporación total a la sociedad?. La segunda opción es la correcta.
Para conseguir un mapa político real y coherente, los emigrantes deben saber y asumir que la única manera de progresar en la sociedad de acogida es votar.

Si nuestro ordenamiento no consigue el compromiso del inmigrante, demostrando respeto y a un tiempo exigencia frente al estatus de ciudadano, otras realidades suplantarán el supuesto papel integrador de nuestro ordenamiento legal.

Nuestros políticos deben trabajar en una visión global para todo el mundo, en una infraestructura de la “oportunidad”. Hacer que el inmigrante (proceda de donde proceda) vea que el estado funciona bien, que puede hacer cosas buenas para mejorar la vida de las personas. Esa esperanza de mejora deberá provocar el compromiso del ciudadano que llama a nuestra puerta…

No permitamos que mezquitas, iglesias y mafias sean factores de integración en sustitución de nuestra legalidad. Nuestro ordenamiento social ha de ser la base de desarrollo para todos.

El miedo a la diferencia, la ineficacia a la hora de explicar la “utilidad” de nuestras leyes y sistemas, la negación de los problemas que no daban rendimientos electorales…., nos han llevado a posturas extremas de las poblaciones locales y de los “nuevos” ciudadanos.

Un estado laico que obligue y proteja, un ámbito privado en el que cada ciudadano pueda ejercer su derecho a la diferencia. Ese es el objetivo. 

POLITICA ES MORAL 

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