viernes, 21 de octubre de 2011

EL CONFLICTO VASCO. NEGOCIAR LA PAZ


Hoy me permitiré regresar al pasado. El presente artículo lo redacté el 22 de Marzo de 2004.
Tras siete años de vida en el País Vasco, acabé implicándome en un entorno que llegué a considerar propio...
La muerte de Ernest Lluch en el año 2000 incentivó la necesidad de "hacer algo".
En cualquier caso debemos pensar que el anuncio por parte de ETA de "abandonar las armas" es un principio, no un final. Ahora se inicia el proceso más complicado.

EL CONFLICTO VASCO. NEGOCIAR LA PAZ.

El  análisis de la situación y la evaluación de la mejor estrategia no puede hacerse en una sola secuencia . La paz puede convertirse en un instrumento de bloqueo si es entendida como la simple ausencia de violencia directa y visible.
El proceso posterior al fín de un enfrentamiento violento es complejo, delicado en extremo y puede resultar engañoso en la medida en que puede convertirse fácilmente en un “antes de una nueva violencia”.
La construcción de la paz comienza con un ejercicio intelectual, pero no prosperará si en paralelo no se desarrolla una cultura de paz sobre estructuras de relación justas.

Deberemos racionalizar la situación del conflicto esforzándonos en marcar líneas de conocimiento y acercamiento mutuo. Las respuestas que obtengamos nos podrán decir en primera instancia el lugar en el que nos encontramos (punto de partida) y muy probablemente nos marque un camino a seguir.
El mejor resultado no dependerá de las decisiones unilaterales, muy al contrario, las partes en conflicto saben que dependen una de otra para llegar realmente a conseguir los objetivos propios.
Este reconocimiento mutuo nos hace ver de forma preclara la indefectible necesidad de la negociación.

El conflicto vasco se encuentra en una situación de anclaje. El Gobierno del Estado, hasta la fecha, ha derivado hacía una política de confrontación directa con el nacionalismo. ETA, por su parte, se ha atrapado a si misma en el lenguaje de la violencia descarnada, supuestamente impulsada por la intransigencia de la política española.
Si se desea una verdadera resolución deberá dirigirse a la violencia estructural, abordando las causas profundas del conflicto. Para ello será imprescindible practicar la empatía, la no-violencia y la creatividad.

Una iniciativa de paz por parte del Gobierno debe asumir la dinámica de procurar la desactivación de todo nivel de violencia (teoría de Galtung): directa, estructural y cultural.
En referencia a la violencia directa lo más inmediato será el abandono del insulto y la descalificación en el ámbito político. En el ámbito estructural es imprescindible evitar los cierres de rotativos, los bloqueos de financiación de partidos e instituciones abertzales, el encausamiento judicial de las propias instituciones vascas, la fiscalización de la cultura y educación vascas, los impedimentos al acercamiento de los presos de ETA a Euskadi,etc…
Resultará también básico alejarse de las confrontaciones  culturales (identificación entre vascos-ETA, nacionalismo excluyente, etc…).
Un aspecto muy importante para canalizar la percepción por parte de la opinión pública de los planteamientos del gobierno respecto a la violencia terrorista, sería intentar responder a las preguntas: ¿cuál es conflicto subyacente? Y ¿qué alternativas creativas existen a la utilización de la fuerza?. Casi siempre los profesionales de la comunicación se limitan a informar sobre los actos terroristas. No hay análisis sobre las causas y consecuencias, y mucho menos un análisis crítico con el poder.

Para llegar al momento de sentarse a negociar, se deben establecer protocolos previos a la propia negociación que faciliten que esta se produzca. Habrá que evitar cualquier acción o planteamiento que adoptado unilateralmente provoque consecuencias colaterales (pensamiento sistémico) ya que de producirse, volvería a alimentar las “razones” del conflicto.
Un ejemplo de este riesgo latente es intentar construir el proceso de paz intentando llegar a un acuerdo sobre interpretaciones de la historia. No se trata olvidar el dolor generado en el pasado, se trata de buscar mútuamente soluciones que aporten futuro a ambas partes.

En este punto del proceso y habiendo observado de forma estricta las variables anteriormente expuestas, el Gobierno Español habrá conseguido dejar sin argumentación el mantenimiento de las acciones armadas por parte de la banda terrorista ETA. No podrá mantener los argumentos por los que proclamaba que eran la única vía que les dejaba la intransigencia de Madrid. Se verán obligados a valorar el establecimiento de una tregua indefinida mientras duren las conversaciones.

Hemos llegado a una posibilidad de diálogo que nos lleva a la negociación. ¿Quiénes serán los interlocutores y agentes?. No  sólo los partidos son los actores necesarios, tenemos muchas opciones y de muy distinta tipología. Por ejemplo, el mundo empresarial es muy práctico y tiene intereses reales en encontrar una solución. En cualquier caso se puede empezar por diálogos personales, sin mesas en las que tengan que estar todos los partidos. Algo muy similar a lo que hizo el movimiento Elkarri durante la última Conferencia de Paz que se celebró, preparar a los interlocutores para la mesa de negociación.

Debemos “visualizar” como Estado a todas las instituciones basadas en su organización constitucional. Así,  hay que introducir en las conversaciones al Gobierno Autónomo Vasco y también (por costoso que nos parezca) a Batasuna, entendiendo que no es el ala violenta de los partidos políticos vascos, sino la parte política y no violenta del llamado Movimiento de Liberación Nacional Vasco.

La presencia de estos dos actores en la mesa de negociación facilitará mucho los procesos. No podrán ser rechazados como parte exógena al pueblo vasco. Sin duda el movimiento terrorista no puede omitir la autoridad que otorga ser democráticamente elegido por el pueblo que ETA dice querer “liberar”.

Las partes negociadoras saben de antemano que en caso de desacuerdo, la alternativa es regresar a un punto de anclaje. Es por ello que no deberá rechazarse ningún aspecto a negociar. Habrá que esforzarse en multiplicar las alternativas prácticas para no “atarse” a una sola posibilidad.
La no aceptación de esta dinámica siempre aboca de nuevo en la confrontación.

Por lo tanto, hay que entender que no deben  exigirse límites temporales al proceso de negociación.  De hecho, las conversaciones convendrá se den en varias fases. Esto facilitará una mejora en las relaciones entre las partes (incluso personales).

Una negociación tan compleja demandará establecer la idea de reciprocidad que lleve a ambas partes a contemplar el intercambio y la compensación. El rechazo del Estado y ETA a negociar desde una posición dominante, será lo que permitirá un resultado estable y duradero.
Si de todos modos alguno de los negociadores cayese en la amenaza (p.ej: ETA exige la independencia inmediata o reanudará su política de atentados), lo más adecuado será no contraatacar con otra amenaza, sino de forma pausada y reflexiva apuntar a variables que dejen clara la no conveniencia del cumplimiento de la amenaza por parte de quien la plantea. Hay que dejar claros los problemas económicos derivados, los problemas de imagen y pérdida de apoyo exterior e interior, etc…

Otro de los aspectos que mejorará la marcha de la negociación, es la voluntad de resolver constantemente los problemas de relación personal, comunicación y percepción. A ello nos ayudará la intervención de terceras personas tanto en calidad de agentes como de mediadores.
Como agentes se observaría como muy útil la dinámica de discusión y  análisis entre partes afectadas (víctimas del terrorismo y familias de presos, intelectuales de España y Euskadi, etc, etc…).
Como mediadores habrá que incorporar a personajes de solvencia contrastada en la resolución de otros conflictos equiparables y cercanos en el tiempo.
Una figura clave seria Brian Adams, máximo dirigente del Sinn Fein y de alguna manera responsable de la finalización del conflicto de Irlanda del Norte.

Con los pasos planteados en el proceso negocial hasta el momento, el Estado podrá transmitir a la otra parte y al entorno un mensaje cooperativo claro que le permitirá ser consciente de que se le escucha y se le entiende.
Así, se iniciaría una senda que nos apartaría de las decisiones concretas y de corto alcance hacía la búsqueda de criterios generales comunes que se pueden considerar aceptables.
Existen máximas inapelables para ambas partes. La situación actual condiciona económica y socialmente el futuro tanto de España como del País Vasco. Esta realidad deberá conformar el marco de relación futuro.

En resumen, hemos planteado un proceso inicial que nos permita llegar a la mesa de negociación pero se ha de tener en cuenta que ambas partes deberán estar atentas a reevaluar constantemente sus posiciones ya que las propias negociaciones y las aportaciones de los diferentes actores pueden hacer necesario el replanteamiento de los aspectos que condicionan el conflicto y su posible resolución.

Su accionar interdependiente, su interacción, no su acción independiente, producirá  los condicionantes y el comportamiento de  la relación Estado-Euskadi. Por lo tanto, el conocimiento de la relación requiere conocer como interactúan sus actores esenciales y cual es el papel de cada parte en la sociedad que integran.

Lo que resulta inviable social y políticamente es la no identificación de un grupo humano con sus gobernantes, con el estado al que pertenece. Este planteamiento es válido para el vasco que no se identifica con Madrid, pero también para el vasco que no se identifica con el Gobierno de Vitoria.

El principal reto consiste en hacer apetecible el cambio de mentalidad. Hacer ver la trascendencia positiva de los pequeños avances.

POLITICA ES MORAL


No hay comentarios:

Publicar un comentario