jueves, 1 de diciembre de 2016

LA CONDENA DEL MONO PELÓN


España, amigos míos, es un lugar extraño para muchos españoles viejos,  entre ellos yo mismo.

Nunca seremos nuestra propia salvación pues hasta los conductores de tranvía  creen ser burguesía, la pérdida de la conciencia de clase nos llevará a la ruina. Siglos de ignorancia a gogó, intentos modernizadores casi siempre frustrados y luego, como aquel que  decía de la Edad Media, las tinieblas franquistas que nos llevaron al desarrollismo, al 600, las suecas, la tele, al apartamento y finalmente al éxito encarnado en el plasma de 40" y las vacaciones en Marina d'Or.

Nada queda de la vertebrante clase media, en realidad somos cuerpos animados pero no pensantes que entendemos que por consumir, somos elementos sociales privilegiados. Creo que hay mucho que reflexionar pero por encima de todo, mucho por hacer. Quizás ha llegado el momento de los bárbaros y debamos aceptar la regeneradora caída de Roma. El fallo  es tan sistémico que no admite cirugía local. Ya saben, tras la decadente democracia el bisturí dictatorial. Platón y su República lo dejaron muy claro…

Me cuesta ver qué podemos hacer a nivel global, a lo grande. No vislumbro qué margen de actuación hay más allá de la esfera local. Tiende uno imponerse cada día eso de "piensa global, actúa local" pero la purita verdad es que ya no es cosa de nivel de poder cuando la corrupción de valores ya infectó a todo el mundo.

Homo homini lupus, el hombre es un lobo para el hombre y así llegamos a una verdadera depredación caníbal. Como en otro tiempo, dotarnos de un espacio será un proceso traumático y la violencia generará una reconstrucción material y moral hasta que volvamos a bajar la guardia. Somos un homínido con tendencia a olvidar, bichos acreedores a la recurrente aniquilación parcial.

Decía Eudald Carbonell en su libro “"Aún no somos humanos: propuestas para la humanización del tercer milenio”, que aún no hemos completado nuestra evolución y que sentirnos superiores a los monos es cuando menos soberbia, pues la realidad nos ha de recordar que no somos consecuencia evolutiva de los otros homínidos, descendientes, sino más bien "primos" en paralelo. Piénsenlo, ninguno de esos familiares lejanos ha llegado a ser tan cabrón como nosotros.  

¿Recuerdan?, todo es cíclico. Los griegos y los romanos debían estar igual: "esta democracia no funciona y bla,bla,bla". Así surgen los populismos y el saber del mal me está llevando a instalarme en el determinismo fatalista que tanto he criticado antes. Quizás sea cosa de nuestra jodida naturaleza y la misma es la que  nos lleva al totalitarismo como fórmula válida de gestionar la sociedad. Ein Volk, Ein Reich, Ein Führer (un pueblo, un imperio, un lider) que cacareaban los nazis no es un principio ajeno a nuestro presente y así involucionamos al aislacionismo para proteger los muchos o pocos privilegios que nos queden. Al margen de preparaciones académicas y tintineantes duros en los bolsillos, estamos  siempre ávidos de soluciones contundentes, mensajes simples y llegamos a necesitar que  se nos impongan las cosas para evitar  autolesionarnos.

Cuando la realidad es compleja la democracia es un analgésico que alivia pero no cura la patología de una sociedad en decadencia. No se rían de la analogía que se acerca muy mucho a los falsos remedos de las grandes cancillerías occidentales. Realmente ya empiezo a ser consciente de lo poco que se y me voy quedando con la imagen de unas costuras cediendo, avisando del próximo esturreo del relleno ciudadano, es decir, nosotros mismos.

Me llenan los oídos de la necesidad de meter tijera hasta el fondo y yo digo que sí, pero me asustan los sastres en el mundo de la fast fashion de Inditex.

POLITICA ES MORAL

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