lunes, 12 de diciembre de 2016

CONSTITUCIÓN, EL HONOR BAJO LAS BRAGAS.


Vuestro honor no lo constituirá vuestro origen, sino vuestro fin. Friedrich Wilhelm Nietzsche

Me maravillan las posiciones numantinas de los españoles de pro que me escupen a la cara  ser más patriotas que yo. Dicen los brillantes adalides de nuestra Constitución que su honra debe ser defendida como la virginidad de una hermana acosada por mil galanes. Yo digo que ni de lejos, pues puestos a mantener el símil, la muchacha creció voluptuosa y al verse tan hermosa, se olvidó de su familia y se procuró ser esposa de un adinerado caballero, dejándose querer por amantes pasajeros si el adulterio le había de dar rédito.

Concedo que tanto alabarla desde pequeñita en dulzura y gracejo, hizo que se subiese a la parra y acabase por exigir los te quieros. Así está la cosa y créanme que lo siento, pero perseverar en que ser bella es un mérito es negar que llegando a viejos pesa más el conocimiento.

La para muchos sacrosanta Carta Magna está ajada, necesita de kilos de maquillaje esmerado antes de salir a pasear del brazo de su legítimo o de sus arrimados. Nada es para siempre, es cierto, pero puestos a mantener lozanías, toca una profunda cirugía. ¿Es la Constitución intocable?, ¿quién lo dice?, ¿qué razones nos aporta?, ¿no será que moverla no conviene?, ¿es negocio o la Magna Ley de los españoles?...

Ahí está la cosa y no en otro sitio, esa es la cuestión de fondo: la Constitución sirve a unos cuantos y deja fuera a la mayoría de la ciudadanía que supuestamente contempla y protege. Se pervirtió su esencia y no siendo nuestro pasado reciente similar al de la Pepa de 1812, ahora no hay un felón Fernando VII tocando los bemoles, ahora son muchos reyezuelos los que se comportan como tahúres, haciendo de la legalidad de todos, una bien rubricada patente de corso.

No existe división de los poderes, ¿saben ustedes quien elige el poder judicial?. He de pensar que lo saben y les da lo mismo la cosa, pero a los que si saben lo útil que resulta que el poder político nombre a los jueces, les va de narices que los comunes nos quedemos con la inutilidad de los símbolos y nos durmamos en los laureles pasados. Se siente mucho y si les duele hasta les pediré disculpas, pero la Constitución que se ratificó el 6 de diciembre de 1978  anda coja en el presente, pues ya en su momento, queriendo abarcar mucho, apretó muy poco.

Observen un aspecto de las razones esgrimidas por la guardia de corps constitucionalista: la Constitución es la garante del espacio de derecho y la solidaridad de los españoles, los que ponen en cuestión la Carta Magna quieren levantar fronteras y fomentar así la insolidaridad. ¿Saben?, suscribiría totalmente la afirmación si la citada Ley marco fuese lo que ha de ser. En su forma actual acometió la más que compleja puesta en marcha de un Estado con heridas aún abiertas por una guerra civil, pero llegados al siglo XXI toca adaptarla a un tiempo en el que los problemas son las carencias sociales y la ausencia de un veraz proyecto de futuro.

El extremismo conservador asedia las fronteras de Europa y en una situación así, la Constitución ha de alejarse de defender los símbolos del Estado y vertebrar el estado mismo. Manda narices escuchar a los voceros del caos cuando han hecho de la “legalidad de todos” una mercenaria herramienta contraria a generar conciliación territorial y el bienestar para la mayoría ciudadana.

Miren, es duro pensarlo y agobia el decirlo, pero llenarse la boca de que el futuro de España es defender lo inamovible de hasta la última coma de la Constitución, es darle coba a los jodidos buhoneros que marcan límites a la indispensable creatividad que evite las fronteras internas, haciendo así que nuestro país sea un lugar en el Mundo que se reconozca como fruto de una verdadera ética política que auspicie una sociedad justa. En cualquier caso, no me echen mucha cuenta, llegan las navidades y mejor no calentarse la cabeza y sí chupar con deleite las de las cigalas.

¡Yo soy español, español, español!.

POLITICA ES MORAL  

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