viernes, 19 de febrero de 2016

GÓNADAS


Tolerancia, tolerancia, palabrita en el mantel, pocos platos se la sirven, muchas bocas a comer. Silvio Rodríguez

Llevo un tiempo de retiro, abocado a menesteres gratos y lejanos a  ese vicio mal llevado que opinar sobre política me supone. A la que he puesto oídos a la actualidad se me han inflamado –Dios me perdone- las gónadas por considerar poco elegante decir cojones.

Anda la cosa revuelta y por mucho que ahora pretendiese centrar un tema y sobre el mismo reflexionar, lo más probable que sucediera es que se me desmandase la lengua y llegase a arrepentirme de encadenar palabras que serían como piedras con las que muchos de ustedes me podrían lapidar.  También he de decirles qué no es un tema que me inquiete el saber que puedan extraer de lo que escriba, pero como aprecio el no sangrar, mejor bajo intensidad y de decir esta boca es mía, será con pulcritud templada y temeroso de la ira divina, pero sobre todo de la gente que no es persona. Así que  haré protesta educada que es lo que el sistema prima, supuestamente, en beneficio de todos…

Ya no sé reconocer al enemigo, pues engañado el rebaño, todo son sonrisas Profiden que de tanto como brillan, me hacen desconfiar de cualquier personita de bien. Aunque alguien jure sobre la Biblia que me promete el Mundo entero, no puedo evitar el coger carrerilla  para pegarle un zasca en toda la boca.  Todo parece apuntar a una logia bien estructurada que nos droga cada día con una cómoda y bien aderezada mentira.  ¿Me dirán que no?.

Paso de ordenar datos con voluntad pedagógica –disculpen la presunción- y hoy me regalo tocar la realidad con la punta de un palo. A nadie le gusta escuchar problemas, pero a mí escribir me resulta más barato que tratarme con un psicólogo o recurrir a otras monsergas de eficacia no contrastada. Así que sin más dilación, seguro de su más absoluta incomprensión, hago de mi capa un sayo y paso a prender fuego al sofá, que de tanto estar sentado he generado unas almorranas que me molestan mogollón.

Me levanto por la mañana, los ancianos cobran pensiones paupérrimas, pero un ex presidente del gobierno del Estado que vive como el más rico de los ladrones, da consejos sobre austeridad y recomienda trabajar hasta que caigamos muertos.

Se ha roto el concepto de sociedad. Lo robado por unos pocos entre todos se ha de pagar. En resumen, claro y corto, los beneficios se privatizan y las pérdidas se mancomunan. Si es necesario les desarrollo la idea, pero confío en su buen criterio. O quizás no…

En Cataluña nos ponemos en marcha hacia el  Shangri-La, pero en el camino dejamos los derechos a la educación y a la sanidad. De todos es sabido que siempre fue más necesario tener sueños que comer para poder aliviarnos las tripas en los inodoros del Señor Roca.

Los euskaldunes a la chita callando van defendiendo sus diferencias, hacen lo que les viene en gana y mantienen los privilegios que traicionando, supieron mantener en aquel episodio que interesadamente  olvidan y que se llamó el Pacto de Santoña.

En eso que no sabemos si denominar Regne de Valéncia, País Valencía o PPlandia a secas, a la gente le vacían la bolsa y en lugar de repartir soplamocos, se ponen a protestar porque a su  equipo  más popular, no le entra pelota en la portería del rival.

El sarao en la Villa y Corte es como un carnaval intoxicado de drogas de diseño, pero al menos queda claro que no hay partido que se aguante si no está apoyado por los fácticos de lo que conocemos como Ibex.  No hay política y puestos a hacer algo, se hará lo de siempre, es decir, bajar la cabeza y mirar a otro lado.

Un ministro del interior acusa de terroristas a dos mierdecillas titiriteros pero se olvida –imagino que sin intención- de que la lista de delincuentes en las filas de su partido no tiene parangón. Que a quién Dios se la de que San Pedro se la bendiga.

Curas jodiendo la vida a menores campan a sus anchas y la Conferencia Episcopal nos sale con que el tema está mal, pero que habría de verse si en realidad no consentían los niños. Pobre Papa Francisco, esto no lo salva no Belcebú subcontratando una legión de basiliscos.

Y las gentes, las buenas gentes tragan, tragan y prefieren ir al Media Markt  para que alguien les diga que no son tontos. Ciertamente es verdad, el gilipollismo es una válida forma de plantearse la vida. De no ser así la cosa, tiempo hace que ardería este país por los cuatro costados.

Vale, aceptando pulpo como animal de compañía,  me congratula el intuir una incipiente mala reputación, así que empiecen todos los que ocupen eso que llamamos “lados” a lanzarme riscos, escupitajos y a mentarme la madre, que ese placer hace tiempo que se lo tengo reservado a sus Señorías. Pero tengan cuidado, que tal como ha ido pasando el tiempo me he resabiado y si bien antaño me callaba, ahora me reboto con ganas y parafraseando a un chicano al que enfadé estando en el Caribe, sin empacho y con mucho gusto, les mandaré  al carajo. Por cierto, mucho más me revuelve las tripas, pero ya es demasiada la acidez que me ataca.

Ahora que releo, dije al principio que sería pulcro y templado, pero no tengo reparo en reconocer que he mentido. ¿De qué se extrañan?, he hecho, ni más ni menos, lo que hacen la mayoría de ustedes.

POLITICA ES MORAL

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