miércoles, 23 de septiembre de 2015

¡VIVA ESQUILACHE!


Yo amo la verdad, quiero y deseo que todos me la digan. Plauto

Hartazgo de propaganda electoral el de estos días, verdadero hartazgo. Toneladas de papel que para poco o nada sirven, inundan los buzones, tapizan el suelo y hacen que uno recuerde al dulce cachorro de Scottex…

Pero sobre el apreciable dispendio, una cuestión me llama la atención. Algunas de las interesadas misivas reseñan el destinatario pero no el remitente, podrían ser cualquier cosa menos propaganda, así, han de abrirse para saber quien a nosotros se dirige.

No les vendrá de nuevo que derive de la parte al todo y que en ello base reflexiones extrañas como Quasimodo, más creo que nada malo supone pensar, al menos, un poco. De pretender convencimientos y por tanto votos, ¿no sería más correcto ir de cara y no esconderse ni un poco?. ¿Qué asusta de llamar a la puerta de forma franca y mirando a los ojos?. Bien, cualquiera podría decir que esa es la fórmula perfecta y educada, más tratándose de política, lo normal es tirar la piedra y esconder la mano.

Y aquí me vino a la cabeza un cuestionado gobernante del pasado, que pretendiendo ser transparente, acabó esquilado. Curiosamente, este adjetivo que tiene que ver con las ovejas, tiene fonéticamente mucho que ver con el personaje. Me refiero a Leopoldo de Gregorio, Marqués de Esquilache.

Este ministro de Carlos III, planteó una serie de reformas para modernizar España. Entre ellas se dio una muy curiosa, el bueno de Leopoldo propuso acortar las capas de los madrileños y prohibir los chambergos (sombreros de ala caída y ancha) con la pueril idea de que ningún delincuente pudiese esconder armas. La idea no parece mala, más se le juntó una situación social muy extrema, pues la carestía de los productos de primera necesidad hacia la vida en la villa y corte muy difícil. Así, la cosa llegó a las manos y se lió un motín de muy padre y señor nuestro, pues los madrileños podrían estar hambrientos, pero les jodió más que un extranjero (Esquilache era napolitano) les hiciese mostrar las manos…

Bien, la derivada está clara, es tradición hispana prometer con muchos voto a brios y por si las cosas no salen, esconder bajo capa la espada. Créanme, si aquella medida no se hubiese planteado, el precio del pan hubiese sido tema de chulos en las tabernas y ni  Dios se hubiese levantado.

Hasta hoy. Dejemos las capas largas, escondamos aceradas sonrisas bajo los sombreros, vayamos de hurtadillas y metámonos en los buzones.

POLITICA ES MORAL

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