viernes, 23 de junio de 2017

INFERNO


-Buenas tardes. Me alegro de encontrarle por aquí, pues pensaba amigo mío que demasiado a menudo la verdadera y más ardua de las luchas antifascistas  es contra nosotros mismos.

-Mire, ha de saber que esta idea ha venido esta mañana a visitarme el peloto.

-Caray, pues entonces ya ve Usted que el lugar es compartido…

-Hemos perdido la cabeza. La razón nos hace fosfatina el cerebro y tanto perseverar por el conocimiento no nos hace ningún servicio.

-No, precisamente estas ocurrencias nuestras demuestran todo lo contrario.

-Mucha manga ancha le noto hoy. Por mi parte estoy en un constante debate y no dejo de pensar. Me interrogo y me digo, ¿qué he de ser?, ¿epicúreo o estoico?.

-¡Uy!, mal vamos si aquí estamos. Permítame la boutade, somos mosquitos, débiles insectos, pero sabemos cómo funciona un insecticida. Otros se van ahogando mientras se llenan la panza con cañitas bien frescas.

-Por cierto, ¿no tocaría una caña a la fresca?.

-Toca, toca…

-Bien, ha de saber que estoy atollado, que ahora más que nunca no veo tres en un burro con las gafas que me graduó la vida y ¿sabe?, aquí esta tragicomedia se está volviendo algo infumable. Así que más que nunca me toca reaprender a reír. ¿Entiende los del fascismo?, sepa que me encuentro en un punto, en un estadio, muy fan del fascio. Estoy experimentando unas ganas vecinas a la psicopatía de repartir hostias a dos manos.

-Sí, le veo un miñambre y desbocado, pero observarse uno mismo de esa guisa no es problema, es solución. Darse cuenta de la naturaleza de este cipote, es precisamente la lucha contra esa simiente que ambos hemos identificado de forma simultánea.

-Amigo, le agradezco que me hable como lo hace, pero creo que ya estoy más  lejos que Usted. Mire, el pasado fin de semana hice por ver una película y tras mucho trasteo de la plataforma digital, me di por triar Inferno.

-No la he visto, pero el título dice mucho…

-Forma parte de la serie que empezó con el Código Da Vinci. La tesis del argumento era (también se refleja en la primera película de Matrix) que el hombre es una pandemia en sí mismo. Ergo, reduciendo el número de hombres, salvaremos al hombre. Ciertamente se me enganchó el ánimo al sofá, pero sepa que pensé: mira tú, igual esta es la sublimación del totalitarismo redentor.

-Fuerte el planteamiento, diría que pavoroso, pero la eugenesia que plantea es  de un realismo determinista que encoje el alma.

-Acabada de ver la película, la cabeza aún me martilleaba con más fuerza. Pensé, ¿qué hicieron los grandes imperios para crecer y que les llevó a la decadencia?. Analicé con carácter de urgencia a la República Romana y lo vi claro: Roma creció exterminando competidores territoriales, es cierto, pero lo más valioso fue reducir sus poblaciones y romanizar con la propia.

-Asusta –insisto- pero bien visto…

-De hecho, Roma era un ejército con Senado, no al contrario.

-Sí y con líderes brillantemente extravagantes.

-Cierto, cierto, pero la cosa siempre estuvo clara: su futuro era robar a los demás.

-A hostias…

-Exacto, pero ¿cuándo decayeron?. Su declive empezó cuando la pax romana dio la calidad de ciudadano a las gentes de las fronteras buscando evitar conflictos. Es jodido el digerirlo, pero la loba romana fue devorada por chacales necesitados de un futuro como un día necesito Roma.  

-Moriremos de éxito, is a fact. Me habrá de disculpar, pero ahora he de dedicar atención a labores menos placenteras que nuestra conversación aunque necesarias. ¿Quedamos el miércoles para que le pueda rebajar la mala leche frente a una cerveza helada?.

-¡Perfecto!, a las 20:30 donde siempre.

POLITICA ES MORAL

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