miércoles, 11 de mayo de 2016

EL BURKA DE LA VERGÜENZA


-Buenas tardes Magister, ¿qué tal la cosa por el Levante?
-Buenas tardes Condottiero. Correcta de momento, pero veo que mal camino llevamos y ando mirando de hilvanar  bien mi discurso…
-Yo ya estoy en guerra y por tanto procuro no escribir en caliente.
-Tienes materia para lucir tu elocuencia. No cabe duda que conviene evitar los ácidos del estómago, pues de no hacerlo acabarás apelando a los explosivos plásticos.
-Cierto es que me excedo a veces en el discurso, pero ¿quién no cae en la tentación de cercenar los miembros gangrenados que amenazan la supervivencia?.
-Cuidado y calma, por favor. Una vez más te conmino a templar gaitas aunque mal nos suenen. Piensa que los comunes no ven los problemas, no los entienden ni los comparten. Y ahí campean nuestros egregios, dale que dale.
-Tiene razón. Mire usted lo sucedido con la entrega de premios internacionales Rey Abdullah Bin Abdulaziz de Traducción que se realizó en Toledo, no tiene nombre. Un poema mal rimado la cara del Presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, cuando entregó el galardón a una mujer ataviada con un burka. El prócer se despachó a gusto para cepillar a la amplia representación saudí en el acto. Afirmó que España no se entendería sin la presencia árabe y esa verdad de Perogrullo vino a disimular lo que allí, de facto, estaba sucediendo.  Sin empacho alguno, honramos a unas gentes que ven como algo normal  el burka, la ablación, la lapidación, la poligamia, el ajusticiamiento por blasfemia, la infidelidad y la homosexualidad. Casi nada, ¿no le parece?.
- Otra vez cuidado mi respetado amigo, serás un racista –disculpa la expresión- de mierda si así te expresas…
- Regresando a lo que hablamos de los comunes, ¿sabe?, además, ignorantes. No saben ni qué significa  ser racista. ¡A hacer puñetas!.
- Por favor, ¿tengo que volver a sancionarte?. Calma…
- Me cuesta, mucho me cuesta mantenerla. Y eso que usted y yo si conocemos la carga semántica de las palabras, que para eso se nos ha dado la cátedra.
-Lo sé y es por eso que te apelo a la frialdad del dato, a no callar y a seguir, que es lo único que podemos hacer. Iluminar aunque sea a pocos, eso hace ya mucho tiempo que lo aprendiste.
-Sí, pero la corrección política empieza a ser la casulla del miedo (ya lo es). La gente tiene miedo a decir lo que piensa, a decir la verdad.
-Escucha, convéncete de que no se puede, ni puedes tirar por el camino de en medio porque si no, estaríamos siempre  palos.
-No en su caso ni en el mío. Así que amén, me someto, toca hacer magisterio.
-Permite que te pregunte algo, ¿me ves moderar el mensaje más allá de evitar el insulto?.
-La verdad, no.
-Ergo, es buena vía y hemos de abonarla. Abramos la boca y creemos un mundo nuevo, será lento pero deberá funcionar. Apela a San Agustín que parece tener respuestas a todas tus dudas. Disculpa la broma…
- ¿Disculpar?, nada debo disculpar. Todos saben mi reconocimiento al santo que aprendió a serlo por haber pecado y mucho. En cualquier caso mi fe flaquea.
-Pues ahora es mi turno para poner andamio a tu alma.
-Sólido habrá de ser si de usted procede. En fin, mientras no nos arrebaten la palabra ni la libertad para manifestarla y como hemos comentado en varias ocasiones, nos agarraremos a la conciencia…
-Si no podemos cambiar el mundo, que al menos hayamos hecho lo que en conciencia nos era debido, si. Recuerda, si es menester, recurre a la estética.
- ¡Jajaja!. Estética sí, pero siempre desde la ética. Aunque de eso es palmario que vamos más que sobrados.
-Y mientras, vayamos cavando una trinchera por si vuelan las balas.
-¡Por San Agustín!, es usted ahora quien se viene arriba. Sepa que eso no sucederá, no lo harán ¿sabe la razón?. Atrévase a hacer conjetura…
-Me lo imagino, pero bueno, seguro que causaría  una mala impresión incluso a ti.
-No le importe, avante toda.
-Pruebas que nos avergüencen a todos es lo que hacen falta. La gente no sabe nada que aquellos que la anulan, no quieran que sepa, la gente no recuerda nada útil de nuestra historia, la gente olvidó hace tiempo su compromiso hacía sí misma, la gente prefiere tener a ser, la gente olvidó que los derechos se basan en las obligaciones, la gente no condena a los ladrones pues desea el oro que estos acumulan. La gente, siempre la gente…
-¡Madre mía!, ¿así me anima?.
-Por eso nadie disparará, pues a nadie le interesa saber de qué hablamos algunos descerebrados. Hagamos una prueba, cuelga una foto con un par de tetas en tu muro y espera respuesta. ¿Imaginas?, ¡será un exitazo!. Haz una reflexión sobre las pensiones públicas y el que más y el que menos se la pasará –pido disculpas- por el culo.
-Amén.
-Oye, ni frio ni calor, ya nada afecta al común más allá de su pequeño y falso patrimonio mantenido a crédito. Porque, aparte de estar o no de acuerdo con lo que hacen los políticos, al menos las gentes deberían querer saber a qué precipicio se las empuja. Más allá de que se prefiera un Presidente a un Rey, más allá de las ideologías y los credos, lo que debería guiar a nuestra sociedad informe, debería ser la integridad de todos y cada uno de los que nos gobiernan o pretenden hacerlo.
-Que retrato más amargo de una realidad que no le puedo negar. Cuando la rabia florece, puestos a cabrearnos, ambos podríamos prender fuego al 75 % de la población. Pero no lo haremos y no por falta de ganas, no lo haremos por una sencilla razón, no lo haremos por ser personas de bien. Somos elementos necesarios en nuestra desesperación, pues de no estar aquí -ya me perdonará usted las ínfulas- la esperanza moriría y usted y yo necesitamos tener esperanza. ¿Me dirá que no?.
-Tienes toda la razón, uno se siente minúsculo, pero saber que no está solo da fuerzas suficientes para seguir en la lucha. Comparto contigo  que la esperanza fue lo único que permaneció en la caja que portaba Pandora.
- Esa y no otra cosa somos. Somos parte de la esperanza y así no hemos de ceder, no podemos caer y viéndose en apuros, cuando desee lanzarse a un irreflexivo galope, hábleme lo que haga falta. Yo le doy palabra de que haré lo mismo.
- Como siempre reconozco, sé que siempre estás ahí y que estarás. No soslayo que como bien dices eso es “más que mucho”, una suerte que nos salva a ambos.
-Enorme es el riesgo el de mantener nuestra posición, pero para evitar a la artillería hay que acercarse a los cañones y es tarea para valerosos o mejor dicho, para cobardes dispuestos a sobreponerse a sus miedos.
- Entonces somos las personas adecuadas si se me permite la presunción, pues las más difíciles misiones requieren de los mejores hombres y mujeres.
-Lo dicho, calma tensa pero calma, que cruzar el Rubicón siempre ha sido sinónimo de asumir riesgos. Por cierto, regreso el viernes, ¿comemos en El Galeón?.
- Me place, haremos sobremesa larga. Hasta entonces recuerda que semper fidelis.
-Que así sea y ahora le dejo, que me reclaman. Un enorme abrazo.

POLITICA ES MORAL

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